Una compañía de San Francisco llamada Lit Motors tiene en su laboratorio una motocicleta que se mantiene por sí misma en equilibrio, al tiempo que muestra un aspecto grande y robusto, prácticamente «medio coche», con un estilo que recuerda mucho al de la famosa BMW C1 o el Smart, pero con notables diferencias.

Y es que la C-1 –que es como tentativamente se llama el prototipo– es para empezar una moto completamente eléctrica y sostenible. Tiene un motor de 20 kW capaz de proporcionarle una velocidad punta de más de 160 kilómetros por hora.La idea es que funcione con diversos tipos de batería, según las necesidades; pero, por lo general, se podrían recorrer más de 300 kilómetros con una carga, que requeriría unas 4-6 horas para dejarlas como nuevas. Podría también ofrecer más duración a cambio de menos ,potencia, por ejemplo si se utilizara como pequeño vehículo de reparto o para realizar gestiones personales.

¿Cómo funciona el sistema estabilizador? Tal y como explicaron sus creadores en un videoreportaje para Los Angeles Times, se utilizan dos gigantescos giroscopios que proporcionan la estabilidad necesaria. Aunque el efecto resulta un poco «mágico» –la moto se puede inclinar hasta 45 grados sin caerse– esa tecnología tiene más de un siglo y se ha usado en naves espaciales, aviones y hasta en los coches convencionales.

Los giroscopios son básicamente mecanismos con piezas giratorias que se mueven velozmente y tienen una interesante propiedad: se mantienen estables aunque se les perturbe con fuerzas externas. El ejemplo más conocido es la peonza. El cardán móvil sobre el que van instalados los de la C-1 se ha usado anteriormente en vehículos espaciales: mientras gira es más poderoso, capaz de corregir con mayor fuerza los movimientos y darle estabilidad al vehículo, algo que además está controlado con varios procesadores.

Además del sistema que permitiría detenerla momentáneamente o, incluso, dejarla parada un rato sin tener que «aparcarla», el otro punto interesante de la C-1 es la seguridad. Aunque ningún vehículo pueda garantizar al cien por cien los problemas en caso de colisión, el hecho de ir protegido por todas partes con un resistente chasis da cierta tranquilidad. El conductor no puede salir despedido, además de que ciertos golpes directos no tendrían por qué llegar a afectarle directamente en su anatomía. Por no hablar de que con esa mínima protección sobre el cuerpo se puede conducir más cómodamente con lluvia, viento o bajo un sol justiciero. La C-1 además tiene más espacio para transportar objetos en su interior, algo que en una moto normal resulta difícil e incómodo.

De todos modos, al innovar en sostenibilidad y tecnología de transporte no son siempre fáciles: el fabricante ya ha sufrido diversos retrasos desde que comenzó a fabricar los primeros prototipos. La primera versión se lleva lo peor de cada mundo: prestaciones solo de moto pero precio de utilitario (unos 24.000 dólares, casi 18.000 euros). Y, en la búsqueda de situaciones prácticas y reales en las que muestre una clara ventaja, todavía queda mucho camino: un modelo similar denominado Kubo no consiguió los 300.000 dólares de financiación necesaria para demostrar que una scooter estilo Vespa pero «en cuadrado» podría ser realmente práctica. Pero así funcionan estos negocios: si uno falla, se rediseña sobre la mesa de dibujo y se replantea la idea. Y la C-1 tiene mucho mejor aspecto, incluso, aunque sea solo como vehículo de reparto o, quién sabe, de conducción deportiva.


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