A veces olvidamos que hay gente en todas partes del mundo investigando y trabajando en diferentes alternativas a los coches, bicicletas y motocicletas convencionales como medios de transporte sostenibles. En este caso se trata de una bicicleta propulsada por hidrógeno, que se presentó oficialmente hace un par de meses en Australia y que procede de los laboratorios de la Universidad de Nueva Gales del Sur.

La Hy-Cycle, que es como se llama, tiene una autonomía de unos 125 kilómetros, actuando en el conocido modo de «pedaleo asistido». Puede circular a una velocidad máxima de 35 kilómetros por hora y su combustible es una curiosa combinación de batería eléctrica de ion de litio convencional (518 Wh) y una célula de hidrógeno que la alimenta. En otras palabras: podría pasar por una bicicleta eléctrica pero en vez de enchufarla basta con llevar una célula de hidrógeno que convierte el gas en electricidad.

Una de sus mejores características es precisamente que puede «recargarse» en tan solo 30 segundos con solo cambiar la botella de hidrógeno, aunque la recarga completa de la batería eléctrica requiere unas seis horas (enchufada a la red).

Hy-Cycle

El hidrógeno no es un material que sea especialmente escaso: hay dos moléculas de hidrógeno por cada una de oxígeno en el agua, de modo que el suministro está garantizarlo y cada vez son más baratos los procesos químicos para obtenerlo. Tratarlo en forma gaseosa, en cualquier caso, no es tan sencillo: uno de los grandes retos es cómo manejarlo y almacenarlo de forma compacta. Por otro lado, su precio entra de lo razonable: el coste una botella (con la que recorrer más de cien kilómetros) es de 1,40 euros.

La botella de hidrógeno y el adaptador al motor eléctrico tienen varios aspectos por pulir: por ejemplo, dos kilos y medio de peso que se añaden al de la bicicleta (y la batería de ion de litio). Por otro lado, dónde se reemplazan esas botellas de hidrógeno. De momento no es algo que se pueda alquilar en la gasolinera o en algún bazar y menos en el «formato» de botella adecuado.

En cuanto a la seguridad, no presenta ningún inconveniente, el estado en que se encuentra el hidrógeno y el hecho de que esté comprimido en un material poroso y dentro de una botella metálica de seguridad hacen que no suponga ningún problema.

En el aspecto medioambiental, el uso de hidrógeno es completamente inocuo para la atmósfera; simplemente se combina con el oxígeno del aire y se evapora mezclándose con el aire del ambiente. Esto concuerda con la idea general de sus creadores de demostrar que el hidrógeno puede ser una alternativa limpia, segura y sostenible a la hora de revolucionar diversos tipos de transportes.


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