Bitcoin / la moneda virtual

Pocos mercados de moneda virtual han sido hasta la fecha tan llamativos como el de Bitcoin, el peculiar «dinero hecho de bits», que desde hace meses ha producido una especulación rampante y ha despertado un interés inusitado como moneda de pago en diferentes tipos de transacciones: entre particulares, para el pago de servicios e, incluso, para adquirir bienes en tiendas online y algunos comercios tradicionales. «Aceptamos bitcoin» ha pasado a ser un letrero habitual en algunas tiendas.

La explicación teórica acerca de cómo funcionan los bitcoin es demasiado compleja como para explicarla en un solo artículo, pero basta decir que sus principios matemáticos y criptográficos se consideran altamente seguros: el concepto y la tecnología son intachables. Eso sí: no hay ningún responsable detrás de los bitcoin, es un desarrollo de la comunidad y ningún banco la respalda, tan solo el propio mercado artificial que se ha creado alrededor de ella. Por el lado bueno, sus bases técnicas evitan que se pueda crear dinero falso, que se pueda «copiar» y de paso facilita el anonimato y la trazabilidad – el poder saber por dónde ha circulado el dinero de una transacción, por ejemplo, en caso de que sea «robado».

Otra forma de entenderlo es como si fuera «dinero del Monopoly». Nadie vendería ropa, horas de consultoría o alquilaría un apartamento en la playa a cambio de dinero de Monopoly pero… ¿Y si mucha más gente aceptara esos «billetes» de repente? Tal vez se convertiría en un tipo de moneda más, útil dentro de sus limitaciones pero con un tipo de cambio y una aceptación creciente que incluso haría que ciertos negocios fueran más atractivos por el hecho de aceptarla. Pensemos en esos casos que, a veces, aparecen en las noticias de pueblos en los que todavía aceptan pesetas o en las tiendas de trueque que usan cartillas de puntos.

Según el New York Post, hay unos cuantos comercios aprovechándose ya de permitir a la gente pagar en bitcoin. Algunos son tiendas online, otros tiendas físicas. Los compradores utilizan las pasarelas de pago bitcoin en esas tiendas del mismo modo que usan las tarjetas de crédito, Paypal o cualquier otro método. Pues lo mismo, pero a nivel masivo y global.

Una de las ventajas para los comercios es que los pagos en bitcoin no pueden «rechazarse» como en las tarjetas de crédito convencionales: una vez el cliente ha pagado no puede recuperar el dinero. El comerciante puede devolver el dinero si lo considera oportuno, pero no hay banco que intermedie y congele esos pagos temporalmente o bloquee la transacción. Por otro lado, gracias a que existen multitud de casas de cambio, las tiendas pueden aceptar bitcoin y cambiarlos inmediatamente en dólares o euros, si no entienden bien cómo deben gestionar financieramente un activo de tan alto riesgo y tan especulativo como son los bitcoin.

Pero no todo es tan fácil: al ser una moneda todavía experimental pueden suceder cosas extrañas con los bitcoin. Ha habido casos de bancos que han desaparecido de la noche a la mañana con todo el dinero; otros han sido cerrados por las autoridades. Abrir cuentas y realizar operaciones de cambio y retirada de fondos no es trivial para los particulares e incómodo para las empresas: requiere auténtica paciencia que, a veces, se convierte en pesadilla. Y hay quien puede ver a los comercios que aceptan bitcoin asociados a connotaciones negativas – hubo algún caso relevante en el que se asoció gran parte del dinero bitcoin con actividades como la venta de drogas y el blanqueo de dinero.

En cualquier caso, sopesando los pros y contras, quienes piensen que entre sus clientes puede haber algunos que prefirieran pagar con la «moneda virtual del futuro», harían bien en añadir una pasarela de pagos adicional al carrito de la compra. Desde luego tienen garantizado un poco de publicidad y prensa gratis por estar entre los pioneros – aunque luego las ventas reales no sean gran cosa a estas alturas. Pero quién sabe en el futuro…

{Foto: Bitcoin (CC) BTCKeychain @ Flickr}


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