El pasado mes de mayo el portal El Economista, en colaboración con SEUR y Telefónica, organizó una jornada denominada Transporte, Movilidad y Logística: Movilidad eficiente y sostenible. En ella tomaron parte representantes institucionales y de diversas empresas del sector. El secretario general de Infraestructuras del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Sergio Vázquez Torrón, en el acto de inauguración dio un dato importante: el 27% de las emisiones de CO2 de la atmósfera provienen del transporte. Por su parte, Julie Urban, responsable RSC de SEUR, habló de reparto urbano inteligente y de los cambios que se están haciendo en la flota de vehículos; todo ello con miras a lograr para el año 2025 el objetivo de un reparto 100% ecológico en el centro de 20 ciudades de más de 100.000 habitantes en España.

Se debatió también sobre el uso del vehículo privado, sobre la necesidad del fomento del transporte público y sobre planificación urbana. Las ciudades tendrán que contar, por ejemplo, con puntos de carga para los nuevos vehículos eléctricos. Se busca la sostenibilidad, pero también la eficiencia, y nuevas tecnologías como el Big Data tendrán que jugar un papel importante. En palabras del citado Vázquez Torrón para una mejora de la eficiencia del transporte es imprescindible la digitalización.

Movilidad sostenible en las ciudades del futuro

Resulta apasionante dedicar unos instantes a especular cómo va a ser el urbanismo del futuro, qué va a definir a nuestras ciudades. Desde este artículo de RTVE dan algunas pistas tras comentar que muchas localidades están empezando a reflexionar sobre el tema gracias al impulso de la Agenda Urbana Española, un documento estratégico con 10 objetivos generales, segmentables en 30 objetivos específicos y 291 líneas de actuación. Hablamos no solo de ciudades tan populosas como Barcelona y Madrid; también de un conjunto de más de 750 municipios que congregan a más de 32 millones de personas.

Iñaki Romero, arquitecto y urbanista, piensa que estamos ante un reto medioambiental ineludible. Entre las propuestas que vertebran la estrategia a seguir podemos encontrar el aumento de las zonas verdes, que actualmente pierden la partida frente al asfalto y el hormigón, la creación de zonas de emisiones bajas y la transformación del modelo de movilidad. Los expertos en ordenación del territorio opinan que hay que dejar atrás un modelo de ciudad dividido en sectores (zona de compras, zona de ocio…) con un centro urbano que denominan hipercentro. Plantean, como contrapartida, el concepto de ciudad compacta, basada en tener todos los servicios indispensables al alcance del ciudadano. Ya hace tiempo que en París plantearon la iniciativa La Ville Du Quart d’Heure (La ciudad en un cuarto de hora) que busca que cualquier servicio, público o privado, esté a menos de 15 minutos a pie o en bicicleta.

Otro concepto en el que hay que detenerse unos segundos es el de movilidad sostenible. En el magazine digital sobre ciudades inteligentes eSMARTcity nos dan la siguiente definición:

La movilidad sostenible agrupa el conjunto de desplazamientos, tanto de pasajeros como de mercancías, que se realizan con la finalidad de recorrer la distancia desde el lugar de origen hasta el de destino reduciendo los efectos negativos en el medio ambiente.

El concepto incluye tanto el transporte público como el privado. Las propuestas para lograr que el transporte sea sostenible pueden ser las que ya se están empezando a ver en nuestras ciudades: más bicicletas y carriles-bici, vehículos eléctricos menos contaminantes y que necesitarán tener puntos de recarga a su disposición, y un mejor transporte público. O también habrá que explorar soluciones más novedosas, como nuevos tipos de vehículos para transporte colectivo o ideas como el Unparking, que aprovecharía la capacidad de los coches autónomos para, tras realizar una tarea, acometer otra en un punto de la ciudad diferente, en lugar de quedarse aparcados.

La logística tendrá que adaptarse

En cierto modo el mundo de la logística en general, y el de la mensajería en particular, lleva ya un tiempo adaptándose a los cambios que van teniendo lugar en las ciudades, a la vez que da respuesta a la urgente necesidad de reducir las emisiones contaminantes. Como consecuencia de las apuestas por la tecnología y la innovación, muchas empresas están renovando su flota de vehículos con el objetivo de reducir la cantidad de contaminación emitida a la atmósfera. En el caso de SEUR y DPDgroup, fruto de dicha innovación y de la búsqueda de la mejora de la eficiencia energética se han desplegado ya 1.163 vehículos de bajas emisiones o cero emisiones en Europa en 2020. No obstante, aún existen múltiples obstáculos que impiden que se realice la transición hacia la predominancia de los vehículos eléctricos, tanto a nivel de infraestructuras como tecnológico, como por ejemplo, los costes operativos de la carga de estos vehículos y sus puntos de recarga, o la autonomía de estos.

Otro cambio ya en marcha es el uso de hubs urbanos como último paso antes de lo que en logística se llama “la última milla”. En lugar de utilizar un gran almacén de distribución en las afueras de las grandes urbes, el recorrido final de un paquete arranca de pequeños almacenes localizados dentro de la propia ciudad. El concepto es claro, pero se sigue trabajando en la innovación de estos microhubs urbanos, que podrían acabar siendo espacios multiusos al servicio de la comunidad. También las entregas en lockers (o tiendas de conveniencia) son un paso en firme ya dado hacia la adaptación, no solo a la nueva fisonomía que pueden adoptar las ciudades, sino también al ritmo de vida que casi todos llevamos hoy en día, en el que se hacen necesarias nuevas formas flexibles de entrega.

Al final el objetivo conjunto de toda la sociedad es poder disfrutar de ciudades “amables” con más zonas peatonales y mayor extensión de zonas verdes. Ciudades en las que poder pasear y vivir de forma más saludable sin renunciar a ningún servicio. Pero poder prescindir del vehículo particular requiere cambios de calado en el paisaje urbano. No se trata de un capricho, sino más bien de dar respuesta a una necesidad ineludible: la de reducir nuestro impacto medioambiental. Cambiará la logística, pero cambiarán también muchas otras cosas. Y seguro que los cambios merecen la pena.


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