Esta no es una frase hecha, y menos en el mundo digital, donde cada vez se acumula más información que se debe concentrar y trasmitir en menos espacio. Con esa idea, una empresa japonesa llamada Denso-Wave creó en 1994 un código gráfico bidireccional al que llamó Quick Response, QR. A través de un lector óptico que escaneaba esa imagen, se podía acceder a una base de datos.

El objetivo en un principio era darle una aplicación industrial y logística, al igual que los otros códigos que surgieron a partir del QR, como el BIDI (bidirectional), idénticos a simple vista. Pero el desarrollo de la Red y, sobre todo, del marketing online y el comercio electrónico han hecho de estos lenguajes digitales una herramienta sensacional de comunicación entre marcas y tiendas online con los usuarios. Y de nuevo, el gran punto de encuentro son los smartphones.

Todo está en esos pequeños marcos incomprensibles compuestos de cuadrados y líneas, hoy ya casi tan habituales como los carteles publicitarios. Los encuentras en las tiendas físicas, en los anuncios de prensa o de televisión y en los mismos productos. Basta tener una aplicación en el móvil para, tras captar la imagen y leerla, acceder online a ofertas, promociones, campañas audiovisuales, cualquier tipo de información o a juegos.

Algunas de las aplicaciones más descargadas son:

La utilidad es evidente. El consumidor no necesita realizar búsquedas en Internet para acceder a lo que le interesa, basta con una foto. Imagina que estás en una parada de autobús en la que hay un anuncio de unos zapatos que te gustan, con el correspondiente código QR. Lees el código con el smartphone y llegas a una página específica de la marca donde descubres el catálogo de esos modelos, los precios y las ofertas. Además, si lo deseas, realizas una compra online o hallas la tienda más cercana al punto donde te encuentras –a través de plataformas de geolocalización– para ir a probártelos.

Sin duda existe un enorme campo de desarrollo con la utilización de esos códigos, sobre todo en algunos sectores. Por ejemplo:

  • Medios de comunicación. Se podría ampliar la información facilitada por los medios impresos o por la televisión. Así, a las noticias o reportajes les acompañaría un código a través del cual acceder a un documental o a una información más amplia preparada en la versión web del medio.
  • Turismo. En todos los puntos de interés habrá un código, con toda la información útil, historia, etc.
  • Supermercados. Cada producto terminará por disponer, como ya ocurre en Japón, de un QR o BIDI en el que comprobar sus características, además de conocer otros productos de la marca.
  • Publicidad. El campo en el que se espera cada vez un mayor uso de los códigos. Con ellos las campañas más ambiciosas estarán contenidas en una sola imagen. La comunicación entre la marca y el usuario será mucho más efectiva.
  • Comercio electrónico. Del mundo real al digital captando una imagen, y de él a la compra online inmediata: veo los zapatos en la parada del autobús y me los compro durante el viaje…

El futuro comercial ya se lee en cuadros y rayas.

Imagen: The Daring Librarian en Flickr.com


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