Google Allo lleva ya unas semanas entre nosotros, como una aplicación de mensajería instantánea que se suma a un ecosistema cada vez más poblado: WhatsApp, Telegram, Line, Viber, Snapchat… Se suma como una más, pero en realidad tiene ciertas características destacables que la hacen única, al menos en algunos aspectos.
La aplicación Google Allo tiene como elemento diferenciador un asistente personal guiado por inteligencia artificial, que aprende a medida que entablamos conversaciones con amigos y conocidos, y que además nos puede ayudar a encontrar información sin necesidad de dejar la ventana de conversación en la que estamos inmersos. Esto, como todo, tiene sus seguidores y sus detractores, y la clave está en lo que pensamos sobre la privacidad versus lo que realmente sabemos sobre la privacidad.
Es difícil encontrar una aplicación de mensajería instantánea que sea original, que se diferencia mucho de las demás. Pensémoslo bien: las aplicaciones de mensajería instantánea son un sistemas que desde el antiguo «Messenger», no ha cambiado en su esencia. Tecleamos un mensaje y recibimos mensajes, y estos se van ordenando a uno u otro lado de la pantalla, según seamos emisor o receptor.
Existen emoticonos, animaciones, posibilidad de enviar y recibir archivos de diferentes formatos… Reconozcamos que ni siquiera WhatsApp es original en lo que se conoce como interfaz de usuario, y desde luego Google Allo no es «el nuevo WhatsApp». Las claves y la diferenciación de este tipo de aplicación están más en el interior, en lo que no vemos.
El cifrado extremo a extremo significa que nuestras conversaciones pueden ser interceptadas por terceros, pero no pueden ser descifradas porque no disponen de la clave para ello. Es un «básico» para este tipo de aplicación porque nadie desea que se puedan leer sus conversaciones.
Pero Allo necesita aprender para mejorar su funcionamiento. El asistente de Google Allo aprende nuestra manera de expresarnos, de contestar a ciertas preguntas o de enfocar las conversaciones, y una vez que aprende empieza a sugerir respuestas que supone ideales para el momento.
Aprende a base de «leer» nuestras conversaciones, como es lógico dado que se trata de inteligencia artificial y aprendizaje automático, pero eso no significa que nuestras conversaciones estén disponibles para terceros, sino que se usan para este fin, para aprender. Aparte de eso, se almacenan en los servidores de Google de manera similar a las conversaciones de Hangouts, o los correos electrónicos de Gmail. Y sí, pueden entregarse a un juez si hay requerimiento.
Es posible impedir esto mediante el modo incógnito, que no registrará nada, pero que tampoco alimentará la máquina de aprendizaje, y por tanto, el asistente será ineficaz en sus tareas. Además, en este modo incógnito podemos poner un temporizador para el tiempo de vida de los mensajes, que tras el mismo desaparecerán sin dejar rastro.
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