De los errores también se aprende, y si no que se lo digan a las cinco startups que apostaron todo a negocios que resultaron no tener éxito. Las causas son muy diversas, así que mejor conocerlas y saber por qué fallaron para no cometer los mismos errores. Y que nadie lo olvide: no han sido los únicos que se arriesgaron sin llegar a triunfar, tan solo algunos de los más estrepitosos por lo mediáticos y conocidos que resultaron en sus inicios.

1. Juicero

Juicero
La idea de Juicero era simple: una especie de «máquina Nexpresso para zumos de fruta orgánicos». El dispositivo era un exceso en todos los sentidos: un exprimidor «de diseño» con la última tecnología; tenía hasta Wi-Fi. Su precio: 700 dólares. Eso sí, con los zumos aparte, que se vendían en unas bolsitas metálicas como si fueran comida de astronauta (y que aunque indicaban su contenido tampoco estaba muy clara su composición, calorías… el tipo de cosas que alguien preocupado por la nutrición consulta). En definitiva, pretendían vender a precio de oro una máquina para hacer artificialmente algo que la gente debería valorar por su valor natural y «orgánico». Para colmo resultó que apretando las bolsas se podía obtener el mismo zumo… Así que, ¡ni siquiera hacía falta la máquina! En total tiraron unos 120 millones de dólares a la basura. Moraleja: puedes intentar rizar el rizo del diseño y el sibaritismo, pero si algo es tan obvio como exprimir una naranja quizá no sea tan buena idea.

2. Auctionata

Las subastas son un terreno en el que muchas startups intentan encontrar un hueco especializado. En Auctionata se habían invertido unos 95 millones con la idea de «retransmitir subastas de arte todo el mundo en tiempo real» y de paso ofrecer servicios de pujas a mayores audiencias. No está claro cuál fue el problema pero nunca llegaron a cumplir con sus estimaciones; los problemas técnicos y de velocidad de retransmisión en eventos tan críticos con el «¡A la una, a las dos, a las…!» tampoco ayudaron mucho. Moraleja: si lo divertido es acudir en persona y en su versión internet ya existe alguien tan grande como eBay quizá no quede mucho hueco entre medias.

3. Hubbub

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El negocio de vender productos de alimentación cercanos era la idea básica de Hubbub. Estaba apoyada por la búsqueda de un público que odiara los grandes supermercados tradicionales y prefiriera los productos de la panadería, la carnicería o la frutería de la esquina – o vinos que ni siquiera se vendieran en grandes superficies. Conseguían un buen precio haciendo que las propias tiendas se encargaran de preparar los paquetes. Pero esto los hacía más caros que una tienda normal y la «exclusividad» de los productos hacía que no fueran a veces tan conocidos como otros. Demasiados gastos y demasiados pocos clientes, «un nicho demasiado pequeño», dijeron en el análisis post-mortem. Moraleja: aunque busques la diferenciación no está mal encontrar sinergias con otras marcas. Pero sobre todo: no te hagas tan «exclusivo» que apenas tengas clientes potenciales.

4. Yik-Yak

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En el terreno de las redes sociales Yik-Yak se planteó como una red social en forma de app completamente anónima en la que se podía contactar con gente cercana (en 10 millas a la redonda) para «interactuar», sin especificar para qué. No ha sido la única en comprobar que el anonimato indiscriminado en Internet suele sacar lo peor de la gente, incluyendo abusos, contenidos inapropiados y todo tipo de insultos. Gastaron 74 millones antes de cerrar. Moraleja: si pretendes que tu negocio viva de la publicidad y los patrocinadores, recuerda que no querrán ver su nombre asociado con lo más detestable de Internet.

5. Washboard

El negocio de Washboard era resolver un problema cotidiana: no disponer de monedas sueltas para hacer pagos (más concretamente los quarters o monedas de 25 centavos de dólar estadounidenses, habituales de las máquinas de las lavanderías de allí). El servicio te enviaba a casa monedas por valor de 20 dólares al precio de 27 dólares – esa era la comisión del servicio. Pudiendo conseguir monedas en la propia lavandería (suele haber máquinas de cambio, o encargados), en el banco, o incluso al hacer cualquier compra, es obvio que el negocio no tuvo muchos fans. Moraleja: la gente no regala su dinero para solucionar un problema menor que cualquier niño de diez años puede resolver gratis.


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