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Afortunadamente, en la actualidad no hay nada sostenible en el tiempo si no contribuye al respeto al medio ambiente. Esa es la principal premisa de la movilidad personal y colectiva, y por este motivo es necesario apelar a los propios ciudadanos para que contribuyan a un espacio urbano no contaminado. Con este objetivo nacieron hace tiempo las denominadas compensaciones de carbono, una forma voluntaria de combatir el cambio climático mediante contribuciones a la financiación de proyectos sostenibles en todo el mundo.

Esta modalidad permite a cualquier persona compensar una producción de carbono inevitable invirtiendo en un proyecto que evite o capture las emisiones de gas invernadero en otro lugar. Los ejemplos son muy amplios, desde compañías aéreas hasta empresas locales de autobuses urbanos, pasando por firmas de energía solar y eólica. Es más, algunas compensaciones pagan a ayudar a escuelas y otras instalaciones a hacerse más eficientes energéticamente. Por tanto, es el particular quien decide con quién contribuir y de qué manera.

A la hora de embarcarnos en la compra de compensaciones de carbono, asesoras de medio ambiente como Enviro recomiendan que invirtamos la parte proporcional de nuestra propia emisión individual de dióxido de carbono. Podemos determinar nuestra producción personal mediante la Calculadora de emisiones personales de la EPA ingresando datos como el rendimiento de gasolina del coche, la cuenta de electricidad del hogar o los hábitos de reciclado.

El desarrollo de esta posibilidad de inversión a nivel global ha provocado que unas compensaciones de carbono sean mejor que otras, por lo que es importante que antes de decidir, preguntemos a los proveedores de estas inversiones sobre los tipos de proyectos que apoyan, cómo se aseguran beneficios ambientales y si tienen impactos negativos.

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La principal recomendación es limitarse a proveedores auditados y miembros de uno de los dos estándares mundiales de compensación de emisiones, que son Gold Standard y Voluntary Carbon Standard. Es decir, si queremos contribuir a mejorar la movilidad sostenible de nuestra ciudad, tan solo tenderemos que informarnos de que las empresas con las que queramos contribuir cumplen con estos requisitos de calidad en cuanto a su huella ecológica.

También es importante evitar pagar o invertir en proyectos de reducción de CO2 que ya sean exigidos por ley o que sean prácticas normales de la industria, porque se trata de que este ‘mecenazgo medioambiental’ vaya más allá de las exigencias actuales y de que se pueda contribuir de manera personal a desarrollar un impacto concreto sobre un proyecto específico de reducción de gas invernadero y mejora de la calidad del aire.

Según la web Mercados de Medio Ambiente, en España es cada vez más habitual que las empresas midan su huella de carbono de manera voluntaria e incluso tomen medidas para compensarla. Ese ejercicio de transparencia está haciendo posible que este tipo de compensaciones sean cada vez más viables y resulte más sencillo encontrar compañías en las que invertir, al ir incorporándose poco a poco a los estándares mencionados.

Como es el caso de SEUR que, consciente de la importancia de reducir las emisiones de CO2, ha puesto en marcha una iniciativa pionera denominada Total Zero. Se trata de un programa mediante el cual todos los envíos con origen o destino Reino Unido, Francia, Holanda, Suiza, Alemania, Bélgica y Luxemburgo, realizados con el servicio internacional “classic” a través de la red de su socio DPD (GeoPost), son CO2-neutral y no conllevan un coste adicional para el cliente.

Fotos: Enviro.com


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