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De toda experiencia se aprende y el caso de Apparcar es un buen ejemplo. Se trata de una iniciativa, a modo de proyecto piloto, relacionada con el aparcamiento en las ciudades inteligentes (Smart Cities) que se planteó este año en Oviedo, la capital asturiana. Durante varios meses y hasta el pasado 30 de septiembre, una zona de la ciudad se preparó para acoger esta actividad que ya se ha dado por finalizada y de la que se han extraído algunas conclusiones interesantes.

La instalación consistía en «guardar» algo más de 30 plazas de aparcamiento, en una calle de la capital, que solo podían ser ocupadas tras una reserva previa. Para evitar problemas- junto a ellas- había carteles explicativos y un operario controlando que durante las pruebas nadie aparcara indebidamente: eran una especie de «plazas únicas» totalmente distintas de las demás.

Para aparcar en esta zona los usuarios tan solo tenían que descargarse una app en su teléfono inteligente. Al indicar que deseaban estacionar se les mostraba un número de plaza libre, a la que podían dirigirse normalmente para encontrarla vacía en el momento de su llegada. En una instalación a mayor escala, la app también era capaz de dirigir al conductor a plazas alternativas, y recibir información de los propios usuarios si había algún tipo de problema (como, por ejemplo, la plaza reservada esté indebidamente ocupada).

La idea de Apparcar es almacenar toda esa información en una base de datos central que permita gestionar las plazas de forma óptima, incluyendo fijar los precios del aparcamiento y procurar que la solución sea eficiente y sostenible: cuanto menos tiempo pasen los conductores «dando vueltas» menos contaminarán la ciudad; los gastos de mantenimiento serán menores y también se evitarán robos en las máquinas de los parquímetros, entre otras cosas. De cara a los conductores hay varios tipos de ahorro: tiempo, combustible, dinero… Se puede aparcar más seguro, más barato y durante más tiempo sin los problemas del aparcamiento público convencional. Es, casi, casi, como tener una plaza alquilada, solo que por tramos horarios.

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Durante los meses que duró la experiencia se registraron unos 2.000 usuarios, que podían realizar toda la operativa: reserva, pago con tarjeta o utilización de plazas. El sistema gestionaba en total unas 130 reservas diarias, lo cual implicaba unas cinco reservas diarias de promedio para cada una de las 30 plazas disponibles.

Lo más destacado durante las pruebas fue comprobar si todo el sistema funcionaba al completo y qué tipo de incidentes surgían. Lo que se detectó fue que era importante mejorar la funcionalidad y usabilidad dado que había muchas opciones disponibles pero aun así a algunos usuarios no les resultaba fácil realizar todo el proceso. Por lo demás, es una cuestión de que los responsables de las ciudades se animen a hacer de los diversos espacios, unos lugares más inteligentes que ayuden a mejorar la sostenibilidad y comodidad de los habitantes.

Fotos | Apparcar.org


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