Tradicionalmente, uno de los grandes problemas del comercio electrónico ha sido el de los mecanismos de pago. Cualquiera de las plataformas tradicionales obligan a cualquiera que quiera montar algún tipo de negocio a través de Internet a escoger un proveedor que sea compatible con el mayor número de medios de pago posible o que, al menos, acepte los más populares; y luego a pasar por un proceso de integración con sus servicios que no es especialmente sencillo.
Incluso sitios nacidos en, por, y para Internet tienen su complicación, como tener que crearse una cuenta, o limitaciones en cuanto a la programación y la gestión de suscripciones. Por eso la idea de Stripe de convertirse en un proveedor de servicios de pago que se pueda integrar literalmente en cuestión de minutos en un sitio web es especialmente atractiva.
Para ello pide poco más que los datos fiscales de quien quiere realizar los cobros, y a partir de ahí, una vez creada la cuenta, con poco más que copiar y pegar el código correspondiente ya se pueden aceptar pagos sin que el que vaya a pagar tenga que crearse una cuenta en Stripe.
Stripe se encarga de proporcionar un entorno seguro para procesar las transacciones solo con que el sitio que lo quiera usar se asegure de utilizar páginas web cifradas –otra cosa que debería ser impensable a la hora de gestionar pagos– y de no utilizar un código distinto al que ellos proporcionan.
A cambio, se queda con una comisión fija del 2,9 por ciento más 30 céntimos de dólar por cada transacción cerrada con éxito, tarifa que en principio puede parecer más alta que la de algunos de sus competidores pero que, sin embargo, no exige ningún tipo de pago inicial ni de cuota mensual.
Por ahora su sencillez de uso y la solidez de su planteamiento le han permitido asegurarse 20 millones de dólares de financiación para seguir adelante con sus planes. Una parte importante de estos pasa por su expansión internacional, pues por ahora solo ofrece sus servicios a clientes de los Estados Unidos y Canadá, pero ahí precisamente está uno de los mayores problemas a los que puede tener que enfrentarse a la hora de tener que adaptarse a las distintas legislaciones y formas de operar de los bancos en otros países.
En cualquier caso, es importante que alguien haya podido demostrar que los sistemas de pago a través de Internet no tienen que ser una experiencia traumática.
{Foto: Credit Cards – CC por Andres Rueda}
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