Uno de los grandes retos del comercio actual es diferenciarse de la competencia. Ante un mercado ‘superpoblado’ con productos y servicios muy parecidos, las empresas han dado un giro a su estrategia de ventas, y ahora se centran en ‘vender’ experiencias, momentos inolvidables que los usuarios comparten con ella (y que si son buenas les harán repetir), más que meros productos.

Las nuevas estrategias de marketing

Por este motivo, las estrategias de marketing terminan hoy día por orientarse no a la venta de productos, sino a la venta de «experiencias». No deja de ser una venta de productos, al fin y al cabo, pero cambia el concepto y la técnica de venta.

Para ello se generan sentimientos alrededor de los productos, que son además el punto de atracción. Si en un pequeño eCommerce vendemos un excelente vino, hacemos lo mismo que nuestros competidores. Si, en cambio, vendemos una velada con amigos alrededor de un excelente reserva, podemos diferenciarnos.

Los tipos de experiencias que podemos vender

Independientemente del producto que queramos vender en nuestra pyme, podemos hablar de 3 tipos de experiencias en torno a ellos:

  • Experiencia de consumo: aquella que gira en torno al ambiente o estilo de vida que propicia que el cliente se decante por ese producto en concreto.
  • Experiencia de compra: la que tiene lugar durante la transacción comercial, como los descuentos aplicables, los regalos para próximas compras,…
  • Experiencia de uso: aquella que se produce cuando se usa el producto

No todo son compras

Además de generar experiencias en torno a nuestros productos, los consumidores también valoran de forma positiva que la marca tenga en cuenta sus opiniones y comentarios. Esta muestra de interés por lo que piensa nuestro cliente podemos materializarla a través de encuestas de satisfacción, buzón de sugerencias, habilitación de comentarios, campañas de storytelling en redes sociales… y siempre nos ayudará a fidelizar a nuestros clientes.

Esta estrategia es especialmente importante en el caso de los conocidos como millenials, clientes entre los 18 y los 35 años para los cuales los factores emocionales cobran una gran importancia en sus hábitos de compra. Por eso, debemos dejar de pensar en el proceso de venta como algo frío en torno a precios y productos únicamente, en el que el cliente es un mero número y es una parte esencial de la experiencia de compra.


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