Avión eléctrico E-Viva

Aunque los aviones eléctricos no son ninguna novedad en los cielos, gracias a los últimos avances tecnológicos que están incorporando, se mejorará la sostenibilidad tanto de la aeronáutica como de otros medios de transportes. La prestigiosa revista Spectrum publicaba hace poco una lista de los «diez prodigiosos» (10 Electric Planes to Watch) – dando un poco la pista a seguir sobre los modelos más prometedores, aunque ninguno de ellos está todavía cerca de reemplazar al coche, la bici o la moto para el traslado diario de casa al trabajo.

El objetivo de la carrera por conseguir un «verdadero avión eléctrico práctico» –ya sea monoplaza o biplaza, por no hablar de más pasajeros o incluso de carga– está todavía algo lejos: la gasolina y combustibles fósiles tienen diez o quince veces más «densidad energética», algo contra lo que es difícil competir. Pero los actuales desarrollos para lograr lo imposible con los aviones se está traduciendo en mejoras en diversos terrenos, así como en algunas invenciones realmente ingeniosas que pueden servir para mejorar la sostenibilidad tanto de los vehículos aéreos como de los terrestres o marítimos.

En el terreno de las baterías, por ejemplo, los aviones deben jugar con varios factores: equiparse con la mayor cantidad de energía posible, procurar consumirla eficientemente y, además, utilizar parte de esa energía en levantar su propio peso (además del propio del avión y los pasajeros). No muy distinto de lo que requiere un coche. En estos aviones de diseño ultraligero el peso de las baterías puede llegar a ser la cuarta parte del peso total.

En este terreno los ingenieros están probando a usar las baterías de iones de litio más avanzadas, a recargarlas con procedimientos que permiten llenarlas «un poquito más» y en el menor tiempo posible, tanto que el Yuneec E430 se puede provisionar en unas 3 horas, menos que algunos teléfonos móviles. Algunas de las ideas más ingeniosas –y arriesgadas– pueden verse en el Long-EZ: la propuesta es que las baterías descargadas del avión se reemplacen por otras cargadas en pleno vuelo, con la asistencia de drones que irían subiendo y bajando los componentes usados a tierra o al mar, según fuera necesario. Una complicada logística, sin duda, pero… ¿quién hubiera pensado en que habría gasolineras y McDonalds siempre a mano hace un siglo?

En cuanto a los materiales, los ingenieros también luchan por sacar todo el partido posible a materiales industriales más aerodinámicos y ligeros, como los que luego se utilizan en los vehículos convencionales que todos manejamos, para que pesen y consuman menos, y sean más respetuosos con el medio ambiente.

Incluso, las celdas solares con que se equipan algunos aviones, como el Solar Impulse –que pretende dar la vuelta al mundo sin escalas en 2015– también pueden mejorarse: cada ínfimo porcentaje es una ayuda para los pilotos y diseñadores de estos aparatos que en muchas ocasiones pueden «volar solos» aprovechando las corrientes de aire, necesitando tan solo «un empujoncito». Casi como los coches, que en condiciones ideales tan solo habría que «subir» hasta el punto más alto de un trayecto.

{Foto: E-Viva / Yuneec International}


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