La Escuela de Ingeniería Albert Nerken de The Cooper Union (Nueva York) celebró este verano su concurso de inventos en el que participaron unos 20 equipos de estudiantes durante seis semanas. Como decía el lema, el objetivo era concebir, diseñar y crear un prototipo «patentable» de algo que, si acaso no revolucionara el mundo, al menos sí hiciera exclamar en su cabeza a los jueces aquello de «¿Cómo no se me había ocurrido a mi esto antes?»
El premio se lo llevaron Chris Curro y Henry Wang con una idea para una caja de embalaje de cartón con un diseño peculiar y algunas características interesantes.
El diseño buscaba varias cosas, entre ellas hacer más rápida la operación de embalaje y desembalaje, utilizar menos materiales (cinta adhesiva) y, además, ser más eficiente y sostenible en el uso del cartón y su reutilización.
El resultado es una caja que llega desde la fábrica desplegada por todas sus caras y con algunos troqueles. Con la ayuda de un soporte auxiliar se modela rápidamente, de forma que los laterales se plieguen y encajen unos con otros. Se introducen en ella los objetos y, finalmente, se fija la tapa con unas lengüetas y cinta adhesiva que viene protegida con una tira de papel, como las de los sobres de correos.
La diferencia de tiempo entre montar esta caja y una convencional que se sella con cinta adhesiva parece notable, aunque este tipo de vídeos de demos tengan siempre un poco de «truco». Del mismo modo y a la inversa, para abrir las cajas, solo hace falta tirar de la lengüeta superior y ésta se abre mágicamente dejando accesible el contenido; adiós a las guerras con las cintas, las tijeras o los incómodos cutters.
Los números planteados por estos estudiantes aseguran que la caja requiere un 15% menos de cartón que una caja convencional; y tiene la ventaja de que como no sufre grandes cambios en todo el proceso se puede reutilizar varias veces, desmontándola y montándola de nuevo. Además, las cajas en bruto son fácilmente almacenables al ser completamente planas.
Eso sí: no se ve en el vídeo –ni hay muchas explicaciones– acerca de su resistencia y solidez: tan solo se adivina que algún tamaño de caja –probablemente mediana/grande– tiene una «fuerza de 260 libras» sin que esté muy claro a qué se refiere. El hecho de que los laterales no estén asegurados y cómo se realiza la apertura, podría ser otra fuente de problemas, así como la resistencia del cierre adhesivo – nada que no se pueda arreglar con una buena tira de cinta llegado el caso, aunque haya que sacrificar parte del planteamiento.
El tiempo dirá si este invento llega a producirse industrialmente y si es capaz de revolucionar el mundo de las cajas de cartón o se queda en mera anécdota. De momento los 5.000 dólares que había de premio ya están en manos de sus ingeniosos creadores para seguir inventando.
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