Hablamos mucho de huella ecológica, pero en numerosas ocasiones alguien utiliza el término como un sinónimo más de contaminación, sin reparar en si es adecuado para la situación o no. Según el Ministerio de Transición Ecológica el concepto se refiere a un indicador de sostenibilidad que trata de medir el impacto que nuestro modo de vida tiene sobre el entorno. Añaden que el impacto ambiental se expresa como la cantidad de terreno biológicamente productivo que se necesita por persona para producir los recursos necesarios para mantener su estilo de vida.

Según datos del informe de Global Footprint Network, publicado en 2012, mientras que la Tierra puede suministrarnos a cada uno de los ciudadanos lo producido en 1,8-2 hectáreas, lo que necesita cada ciudadano del mundo es lo producido en 2,7 hectáreas. Y obviamente no demandamos de forma equilibrada. Hay países como España por encima de esa media (3,7) y casos extremos como el de Estados Unidos (8,2), mientras que a otros muchos países los encontraremos por debajo de la media.

¿Por qué medir la huella ecológica?

Una de las razones para medir la huella ecológica cae por su propio peso: es imprescindible para valorar la situación y empezar a trabajar en la reducción del problema. El concepto fue acuñado en 1996 por el ingeniero suizo Mathis Wackernagel y se puede aplicar tanto a particulares como a empresas e instituciones.

El tener información precisa sobre cuál es nuestro “aporte”, negativo en este caso, en el consumo de los recursos que proporciona nuestro maltrecho planeta, puede servir para concienciarnos de ello, para “palpar” que somos parte del problema si no nos decidimos a dar el paso de ser parte activa de la solución. También es importante que sepamos que muchos más problemas de los que creemos están relacionados con el tamaño de nuestra huella ecológica, desde la sanidad y la vivienda hasta las subidas del precio de la energía. Gracias a Internet puedes encontrar diversas calculadoras de huella ecológica con las que averiguar cuál es tu impacto en el entorno.

Diferencias entre biocapacidad, huella de carbono y huella ecológica

Entendemos que puede haber cierta confusión con muchos términos que hace unos años eran ajenos y que ahora son cotidianos, pero no siempre se usan de la forma precisa. En el caso de la huella de carbono es comprensible ya que es un término que suena casi igual. Pero nos estamos refiriendo a la totalidad de gases invernadero que emite una persona o una organización.

En cuanto al término biocapacidad, como explica Juan María Arenas, doctor en ecología, es un concepto relacionado con la huella ecológica, ya que mide los recursos que nos puede proporcionar la naturaleza, para así poder comparar con nuestro gasto, con lo que estamos demandando. Este experto nos da también otra definición posible de huella de carbono, contándonos que para la WWF (Fondo Mundial para la naturaleza) la huella ecológica tiene 6 partes, siendo la huella de carbono una de ellas, y se refiere a la cantidad de bosque necesaria para “secuestrar” el carbono emitido. No cabe duda, de todas formas, de la importancia de las emisiones de dióxido de carbono, especialmente si hablamos de sectores como el del transporte y la logística.

¿Qué se está haciendo en SEUR?

¿Qué puede hacer una empresa de paquetería, como SEUR, para aportar un importante grano de arena en la reducción de la huella ecológica? Como acabamos de mencionar en este sector es especialmente relevante la huella de carbono. Es por tanto donde se puede trabajar, a través de soluciones de entrega urbana más inteligentes y eficientes en particular, e impulsando la innovación en general.

Para canalizar este trabajo DPDgroup, al que pertenece SEUR, puso en marcha hace ya 5 años el programa DrivingChange. Dentro de este programa hallamos el proyecto Carbon neutral que se centra en medir, reducir y compensar la huella de carbono de la compañía, así como en ofrecer a todos sus clientes envíos neutros en carbono sin coste adicional. Como recoge la prensa este esfuerzo se puede traducir en cifras, ya que durante el año 2019 la empresa compensó más de 77.000 toneladas de CO2 y 0,54 kg CO2e por paquete entregado. Algunos de los mimbres usados para conseguir este objetivo han sido una flota que cada vez cuenta con más vehículos ecológicos y otras innovaciones logísticas como hubs urbanos (pequeños almacenes de distribución) y la entrega en tiendas de conveniencia o taquillas inteligentes.

 

Sería interesante que tanto empresas como particulares, en primer lugar, fuéramos conscientes del problema: se consume más de lo que el planeta puede ofrecer sin degradarse. Y que, en segunda instancia, vayamos dando todos pasos con un objetivo común: reducir la huella ecológica para adecuarla a lo que la Tierra produce.


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