Hace algo más de un año llegaron en pruebas a las instalaciones de Geopost en el Depot 250 –el llamado «almacén del futuro»– que la empresa tiene en Alemania unos pequeños robots autónomos denominados LoadRunners . Se trata de pequeños e ingeniosos robots móviles diseñados y construidos por el Instituto Fraunhofer IML y el Grupo KION, que realizan su trabajo con gran eficiencia: organizar, clasificar paquetes y transportarlos por el interior de los almacenes.

Para los técnicos, poder usarlos en su entorno real fue como «poder jugar con juguetes nuevos», lo que transformó su trabajo habitual en algo con aspecto mucho más futurista. Y es que en logística todavía queda mucho por ver.

Un enjambre de robots inteligentes

El planteamiento de futuro es que los robots inteligentes como los LoadRunners se comuniquen no solo con el personal técnico y con un equipo central, sino que también actúen como un «enjambre» coordinado. La idea es que por un lado cada unidad sea independiente y pueda aceptar y «negociar» tareas por sí misma, pero al mismo tiempo trabajando con otras unidades pueden compartir un objetivo común; por ejemplo, priorizar ciertos paquetes o ensamblarse y colaborar para transportar objetos más grandes.

Y sí: es que quizá lo más interesante, además de la velocidad de los LoadRunner, es que varias unidades pueden coordinarse para colaborar en una tarea, ensamblándose mecánicamente unas con otras –hasta cuatro unidades– para transportar cajas, paquetes y, en general, cualquier objeto más grande o pesado, como puede verse en el vídeo [a partir de 00:40]:

La velocidad máxima a la que se mueven los LoadRunner son 10 metros por segundo, lo cual es más que suficiente para el entorno de un almacén. De hecho, verlos en acción es como asistir a una cuidada y grácil coreografía; en algún momento, resulta incluso hipnotizante. En cuanto a los objetos transportados, pueden tener hasta 60 cm de longitud y pesar entre 200 gramos y 32 kg por cada unidad de LoadRunner que los cargue; a multiplicar varias veces si están ensambladas.

Aparte de esto los pequeños robots tienen algunas innovaciones respecto a otros de los que habitualmente se usan. Sus cámaras capturan 400 imágenes por segundo, lo cual les permite conseguir mucha más precisión en sus movimientos. Otra característica notable es que cuando depositan los paquetes en las rampas de destino lo hacen chocando contra ella; no se andan con miramientos. Su robusta construcción hace que soporten este tipo de golpes sin mayores problemas.

Los paquetes se clasifican simplemente colocándolos sobre una plataforma en la que se escanean los códigos asignados a cada envío. En ese momento una unidad LoadRunner se acerca, lo recoge y lo lleva a su destino. No se necesita más intervención excepto para subir todos los paquetes ya ordenados a las furgonetas o camiones.

Unas pruebas prometedoras


El periodo de pruebas que comenzó el año pasado entre DPD, Fraunhofer IML y KION fue interesante porque permitió experimentar con condiciones reales, lo cual es importante para quienes llevan años trabajando en los laboratorios y academias. Son entornos con paquetes, obstáculos e imprevistos reales, donde cualquier cosa inesperada puede suceder: deformaciones en el suelo, personas que se cruzan en el camino, objetos que se caen… Del mismo modo que las pruebas resultaron muy interesantes para Geopost, para los equipos del Fraunhofer IML y el Grupo KION supuso una oportunidad de darles un toque de madurez a sus desarrollos, tanto en hardware como en software.

En cuanto al software, que estaba en constante evolución, supuso una forma de mejorar la inteligencia artificial que utilizan los LoadRunner: les proporciona no solo la autonomía necesaria para moverse, sino también para «pedir ayuda» a otras unidades si están disponibles cuando tienen que transportar objetos más grandes o pesados. Poder hacer todo esto sin intervención de operarios humanos permite ahorrar tiempo y ganar en eficiencia, algo que siempre ayuda a mejorar las operaciones.


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