Abrefácil?

Después del He leído las condiciones y acepto la licencia y el Sí, tengo más de 18 años de Internet tal vez el concepto de «abrefácil» sea una de las más grandes mentiras del mundo moderno. Y es que cuando se aplica al comercio electrónico se destapa parte del problema: ¿por qué ha de ser tan difícil desempaquetar cualquier producto de consumo, fastidiando una gran parte del momento más impactante y satisfactorio de la experiencia de una compra?

Ante la escena típica del comprador usando tijeras con movimientos imposibles para cortar plásticos ultrarresistentes uno se pregunta cómo la civilización ha podido llegar al siglo XXI sin avanzar más en este terreno. Es cierto que muchas marcas protegen sus productos con un packaging resistente y difícil de abrir para protegerlo en las tiendas donde los hurtos podrían convertirlos en «golosos», pero en el mundo del comercio electrónico ese factor desaparece por propia definición: el producto va del almacén directamente a las manos del consumidor.

Hace años el gigante del comercio electrónico Amazon intentó innovar un poco en este aspecto ofreciendo a los compradores dos versiones de los productos: la «normal» y la de «packaging simplificado». Esos productos se empaquetan de acuerdo con los fabricantes, quienes de hecho encuentran conveniente fabricar cajas más simples, con materiales más ecológicos, reciclables o ligeras – siendo el producto por lo demás idéntico. Para una tienda de comercio electrónico esto puede suponer miles si no millones a lo largo de un año. Pero además de ese ahorro en materiales, transporte y costes hay otro: la impresionante frustración que se ahorra al cliente, ese ser sagrado en todo el proceso.

Además de poder elegir el packaging alternativo en algunos cientos de productos –lo cual por desgracia, son pocos todavía– algunos compradores también hace tiempo que reciben cuestionarios posteriores a la compra: «¿Le ha resultado cómodo el embalaje del producto?» «¿Tenía el tamaño adecuado, ni muy pequeño ni demasiado grande?» «¿Le ha parecido adecuado el packaging a la hora de abrirlo?» Estos datos no solo son importantes para optimizar el proceso de embalaje y transporte –Amazon fue criticada hace tiempo por usar gigantescas cajas de cartón con material de relleno para enviar objetos de tamaño ínfimo, como pendrives o memorias– sino que también se envían a los fabricantes para que reciban de primera mano las «quejas» de los clientes que consideran que los productos son frustrantes a la hora de desempaquetarlos, o incluso los que pueden dañar al contenido.

Pero el factor más importante tal vez sea psicológico: esos cinco minutos de gozosa experiencia que supone para el comprador recibir al transportista, desempaquetar la caja y abrir el producto para usarlo. Los estudiosos probablemente destacarían esos «minutos de oro» junto con otras sensaciones como la del «olor a nuevo» o el «despegar las etiquetas y pegatinas» de cualquier chisme electrónico o prenda de moda. ¿Por qué estropearlo? Si existe una alternativa y además la gente lo está pidiendo, es una tontería no ofrecerlo teniéndolo tan fácil.

Y es que, aunque se aun poco humorísticamente, si no alcanza esa fórmula quizá nos veamos abocados a la paradójica e irónica solución de la teletienda que desde tiempos inmemoriales circula por Internet:

Abre-Abrefácil

El abridor de embalajes de plástico «fáciles de abrir» difíciles de abrirembalado en el mismo odioso plástico cuya problemática intenta resolver.

{Foto: Reverse engineering (CC) Andrea Vail @ Flickr}


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