Desde hace una década la tecnología blockchain está utilizándose cada vez en más entornos con interesantes aplicaciones. Esta tecnología va un poco más allá de las bases de datos convencionales y seguras, introduciendo algunos conceptos fáciles de entender que tienen aplicaciones directas en ciertos entornos, como la logística.

Una estupenda explicación rápida y fácil de asimilar es el vídeo Cómo entender la blockchain en dos minutos del Institute for the Future. No es fácil resumir la blockchain en una sola frase, pero podríamos hablar de que se trata de tecnología para gestionar un registro, libro de contabilidad o base de datos distribuida a lo largo del tiempo, con capacidad de resistir modificaciones malintencionadas. Es una especie de «libro de contabilidad público incorruptible» que no está en un solo sitio y que nadie puede manipular individualmente.

La forma en que funciona técnicamente es relativamente complicada, pero baste saber que utiliza criptografía avanzada para garantizar que nadie pueda «manipular el pasado» introduciendo datos en momentos del pasado de ese «libro de contabilidad público». Hacerlo sería técnicamente inviable. Una vez que la red –donde participan tantas personas o sistemas como haya disponibles– ha validado nuevos bloques de información, reescribir el pasado se vuelve más y más complicado. El resultado es que ninguno de los actores que participan en el proceso (ya sean usuarios, dispositivos de la Internet de las cosas, software automático u otras bases de datos) pueden repudiar lo que se ha registrado.

En el terreno de la logística esto tiene implicaciones que a nadie se le escapan. Si un trabajo consiste en realizar un envío de un país a otro puede haber un gran número de pasos intermedios: preparar los productos, embalarlos, encargar el transporte, llevarlos hasta un puerto, meterlos en el contenedor adecuado, transportarlos, atravesar una aduana, pagar impuestos, descargar y transportar de nuevo y entregar al destinatario. Entre medias puede haber necesidades como gastos de combustible, horas trabajadas por los transportistas, necesidades de temperatura o humedad, evitar movimientos bruscos (que se pueden detectar con sensores) y un sinfín más.

En cada uno de estos pasos hay empresas distintas que pueden entenderse añadiendo sus registros a la cadena de bloques general, confirmando cuándo llegaron los contenedores o paquetes, cuándo se entregaron o cuánto se pagó en la aduana. Esos registros son infalsificables y además cualquier implicado en el proceso puede consultarlos, lo que mejora la transparencia del proceso y promueve una forma de trabajo de mayor calidad.

Otra ventaja es que el proceso puede ser en buena parte automático: cada sistema puede ejecutar lo que se denominan «contratos inteligentes» que son algo parecido a acciones como respuestas a eventos dentro de la cadena de bloques. Por ejemplo cuando se entregan los datos sobre un contenedor en un puerto se pueden rellenar automáticamente los documentos de aduanas y esperar a la firma, que puede otorgarse si se cumplen ciertas condiciones específicas, sin retrasos. Cuando una persona recibe un envío en su casa y firma la recepción el contrato inteligente puede enviar la orden de facturación a la empresa que ha hecho el envío. Otra de las características de la blockchain es que es relativamente fácil demostrar que alguien es quien dice ser, algo siempre importante en la seguridad de este tipo de procesos.

TradeLens

Un buen ejemplo con el que se lleva tiempo experimentando es la plataforma TradeLens, organizada por IBM y Maersk junto con otras grandes empresas. Es un entorno donde toda la información es pública y transparente. Pretende resolver el problema de que las distintas empresas que participan en el proceso tengan su información guardada en una especie de «silos» de difícil acceso, abriéndola a través de una blockchain específica con registros logísticos y contratos inteligentes. Actualmente participan ya cien empresas de diversos países que cuentan con documentos estructurados y seguros con los que realizar todo tipo de acciones que cualquiera puede auditar, todo ello con seguridad garantizada.

Una de las dificultades a las que se enfrenta la tecnología blockchain son las cuestiones de política y competitividad empresarial. Al igual que sucede con conceptos como el desarrollo de los estándares, el mundo funcionaría mejor si todas las empresas se pusieran de acuerdo en ciertas cosas, empezando por el mismo tipo de enchufes… Pero tener a grandes competidores hace que la decisión de trabajar en equipo y por un bien común no sea siempre fácil. Con el tiempo se verá si esto supone un problema o si la propia tecnología blockchain actúa como aglutinante y consigue una influencia positiva.

{Foto: Bukit Merah (CC) chuttersnap @ Unsplash}


Tags: