La presencia en redes sociales hace tiempo que dejó de ser una asignatura optativa para convertirse, de hecho, en un arma obligatoria de doble filo para toda clase de empresas. Por un lado, estos canales suponen una oportunidad inigualable para darse a conocer entre su público objetivo; por otro, en un desafío que exige buenas dosis de paciencia y de creatividad para aportar –y no restar- al resto de componentes de la imagen corporativa y la publicidad de la marca.

Y de entre todas las redes sociales, Instagram es quizás la más desconocida e inexplorada de todas. Mientras Twitter y Facebook ya son terreno conocido y las estrategias de marketing en estas plataformas son de dominio público, el éxito de Instagram ha sido más reciente y los sucesivos cambios en el funcionamiento del servicio para marcas comerciales (desde la propia creación de los perfiles de empresa hasta la posibilidad de incluir links en las stories) han hecho que no todas las compañías saquen el mayor provecho de este canal.

No hablamos únicamente de publicidad o promociones pagadas en esta red social, sino del principal ingrediente que garantiza el éxito y la capacidad de influencia a través de cualquiera de estas vías digitales: la creatividad. Unos buenos contenidos, originales y personalizados para el ‘target’ al que va dirigida nuestra marca, son la mejor garantía para atraer a la audiencia, convencerla de los valores de nuestra empresa y conseguir que se conviertan en fieles clientes de nuestro negocio.

 

Cambiar el marco

Los corsés tradicionales de la comunicación corporativa no se aplican en Instagram, donde nos enfrentamos a una audiencia predominantemente joven, muy sobreexpuestos a estímulos de distintas cuentas y que requieren de un toque diferencial que despierte su interés hacia nuestra marca. Por ello, y salvo que nuestra compañía opere en algún segmento de actividad que nos lo impida, deberemos estar abiertos a toques como la ironía, la interacción abierta y las críticas de los consumidores o a interactuar incluso con cuentas de empresas rivales en el mercado.

En el camino, también deberemos tener en cuenta que nuestro perfil no debe servir únicamente para informar sobre nuestros productos o servicios, sino que el objetivo ha de ser el de crear una comunidad activa. Por ello, la estrategia de contenidos ha de reducir el peso de las comunicaciones comerciales y favorecer otras publicaciones más ‘livianas’, como citas célebres, posts a propósito de las fechas especiales del calendario (San Valentín, Navidad, festividades locales o nacionales…) o imágenes curiosas que circulan por Internet.

 

Perder el miedo a las stories

Instagram es, en realidad, dos redes sociales en una. Por un lado, tenemos las publicaciones al uso; por otro, las stories que desaparecen en 24 horas de nuestro perfil. Este formato, desconocido por muchas marcas, es especialmente utilizado por los usuarios de esta plataforma y lo que es más importante: ofrece muchísimas posibilidades para crear formatos creativos y llamativos.

Un buen ejemplo de ello lo encontramos en el uso de las stories que hacen marcas como Goiko Grill (haciendo ‘unboxing’ de sus hamburguesas en diferentes tomas) o el Museo del Prado (que todos los días hace un directo para explicar de forma amena una obra). También los medios de comunicación están haciendo sus pinitos en estas lides: El País usa este formato para coberturas ‘improvisadas’ de eventos como la cumbre del G20, mientras que Marca lo usa para redirigir tráfico a su portal o La Razón hace lo propio para llevar a cabo encuestas entre sus seguidores.

 

Gatitos, siempre efectivos

En Instagram, existen tres categorías de contenidos que siempre funcionan: animales, comida y moda. Mientras que los dos últimos son más complicados de incorporar a la estrategia de una empresa que no pertenezca a esos mercados, en el caso de los sempiternos gatitos siempre podremos utilizarlos para dar un toque ameno a nuestras publicaciones. Desde mostrar al animal en actitudes humanas (incluso usando u observando nuestro producto) hasta los clásicos memes de estas mascotas reaccionando a cualquier cuestión de interés: todo sea por aprovechar el tirón de estos adorables seres para ganar audiencia y tracción en Instagram.

 

Un toque de humor

En la misma línea, el humor ha de ser un componente más de nuestro perfil de Instagram. No se trata de tomarnos todo a broma, pero sí de incluir elementos que diviertan y hagan más llevadero el día a nuestros seguidores. En esa línea, podemos fijarnos en el éxito de perfiles como el de Nutella (donde podemos ver barritas de esta crema montando en bicicleta), el de Telepizza (que alterna imágenes de pizzas con memes de personas haciendo surf y un sinfín de cosas más) o el de Estrella Galicia (en el que el mayor peso de los contenidos responde a creatividades con caricaturas de personajes relevantes de la historia de la cerveza o chistes y chascarrillos sobre su curiosa bebida de pimientos de padrón).


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Humanizar la marca

Aunque estemos convencidos de que nuestro producto es la mejor imagen que podemos transmitir de la empresa, lo cierto es que los usuarios –especialmente los más jóvenes- quieren también conocer a quienes están detrás de la portada: los empleados de la compañía. Son muchos los establecimientos y cadenas comerciales que publican asiduamente imágenes de sus empleados (siempre contentos y felices, como es obvio) con el fin de humanizar su marca y dar ese toque de cercanía que tanto gusta.

Complementando este planteamiento, también podemos humanizar nuestro perfil al compartir las imágenes tomadas por nuestros propios clientes dentro del comercio o al usar nuestros productos. De nuevo, Goiko Grill es experta en esta estrategia de ‘microinfluencers’ (promoviendo que los consumidores compartan sus instantáneas y luego dándoles visibilidad) o Burger King (que también comparte las fotografías más creativas de sus clientes).


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