La mayor parte de los negocios en Internet saben de la importancia de contar con una buena base de suscriptores a los que enviar de vez en cuando newsletters, ofertas y otro tipo de campañas. Pero lo complicado es hacer que la gente se suscriba sin «matarlos de hastío y aburrimiento» cada vez que llegan a la página y se les acosa para que proporcionen su e-mail. Y es que pocas cosas hay peores que producir rechazo en quienes ya son clientes o son candidatos perfectos a serlo: probablemente no vuelvan nunca sino que además dejarán de recomendar la visita a amigos y conocidos.

Lo complicado es cómo ir construyendo una buena base de datos de emails y que gustosamente quieran recibir boletines y ofertas. El primer paso sin duda es respetar a los clientes y solo suscribirlos cuando realmente lo pidan. Comprar bases de datos ajenas de perfiles similares (a veces ni es) no solo puede ser contraproducente, sino poco efectivo. Es mucho mejor crear una landing page específica con una caja para suscribirse y ofrecerla en otros newsletters o sitios webs, algo que servirá de filtro para conseguir a las personas realmente interesadas.

La propia página web suele ser un lugar perfecto para conseguir suscriptores: se puede incluir un mini-formulario en un lateral o en el pie de página, normalmente en forma de caja en la que se escribe el email y se pulsa el botón «Suscribirse» (si es al pie conviene que vaya antes del bloque de enlaces típicos de los pies de páginas y en otro color). Una fórmula muy socorrida para animar a la gente es incluir una lista con dos o tres comentarios breves antes del botón, del tipo:

  • Enviamos los boletines solo de vez en cuando, no a diario
  • Solo enviamos contenido relevante que te interese
  • Tus datos no se revenderán a terceros ni se usarán para otros fines
  • Puedes anular la suscripción por correo cuando lo desees

Una variante de esto es que sea obligatorio crear una cuenta en el sitio web (algo bastante habitual en tiendas) e incluir en el registro una caja bien clara de tipo checkbox con un texto como «Sí, deseo suscribirme a los boletines por e-mail». (Advertencia: por ley no puede ir marcada; el usuario debe marcarla activamente). Esto puede hacerse antes o después de la compra en sí.

Otra técnica que funciona muy bien es incluir la caja de registro en los correos de confirmación que se envían cuando se ha completado un pedido, junto con la factura o el agradecimiento por la compra. De este modo si todo ha ido bien la persona puede elegir recibir los boletines en el futuro. También se puede enviar cuando el pedido se ha entregado; la mayor parte de los sitios de ecommerce envían un mensaje una vez que les consta que el pedido ya ha sido entregado por el servicio de mensajería; esa puede ser una excelente ocasión.

Una idea que utilizan algunos sitios es la de una franja de suscripción que acompaña en la navegación. La caja (normalmente de color oscuro y de poca altura, solo una línea) queda fija en la parte superior o inferior e incluye el botón para suscribirse, junto con un aspa de cierre. Si la persona no quiere suscribirse, hace clic en el aspa y fin de la historia; si lo desea puede hacerlo en cualquier momento, aunque esté subiendo y bajando por la página.

 

Evitar las opciones más intrusivas

Todos sabemos de qué hablamos cuando nos referimos a «opciones intrusivas»: los pop-ups o ventanas/cajas emergentes que surgen de la nada tan pronto se ha entrado en una página (o al intentar salir de ella) para tapar del texto que íbamos a leer o las fotos que íbamos a ver y pedirnos el e-mail casi suplicando que nos suscribamos con un gran botón rojo.

El hecho cierto es que este tipo de ventanas molestan muchísimo a los visitantes –que quedan confundidos porque no controlan cuándo aparecen o por qué– y resultan muy intimidatorias, hasta el punto de que si las cierran y luego vuelven a aparecer quizá directamente abandonen el sitio web y se vayan a otro lugar para siempre. Lo mismo puede decirse de las ventanas laterales o faldones de gran tamaño que funcionan bajo ese precepto de «impacto visual» y solapamiento.

El consejo más razonable es no usar estas técnicas intrusivas sino cualquiera de las alternativas mejor integradas. De hecho, aunque técnicamente se puede casi siempre forzar al usuario a ver esas ventanas de una forma u otra, si se llegó históricamente al punto en el que los navegadores actuales incluyen los «bloqueadores de pop-ups» activados por omisión es por algo: simplemente no son bienvenidos. Mejor pasar a otra idea.

Una excepción a lo anterior pueden ser avisos que aparezcan cuando se ha completado una transacción o por algún tipo de evento puntual. Una ventana que diga: «Gracias por tu compra. Suscríbete y te enviaremos un código de descuento del 20% a tu buzón para próximas compras» es realmente difícil de rechazar. O algo del tipo «¡Feliz día de San Valentín! Suscríbete si quieres que te enviemos ideas para regalo cuando se aproximen las próximas fechas especiales», ideal para quienes olvidan las celebraciones. Como se ve no es siempre fácil, pero es posible motivar a la gente a que se suscriba sin «matarlos» ni molestarlos mientras se intenta lograr ese objetivo.

{Foto: Email Marketing (CC) LadyBB @ Pixabay}


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