El comercio colaborativo es una realidad en nuestro país. A partir de la economía colaborativa, este concepto es la evolución lógica y tiene grandes retos por delante. Se entiende como comercio colaborativo aquel que hace uso de tecnologías de Internet (a través de la web, de apps o de la nube) para integrar los procesos comerciales de una organización de forma interna y con posibles socios, proveedores y clientes.

Otra forma de verlo, quizás más sencilla y desde el punto de vista del cliente final, es que el comercio colaborativo implica cooperar con otras personas y entidades para beneficiarse de un conjunto de bienes y servicios, teniendo a Internet como vía de comunicación.

Existen muchos ejemplos de comercio colaborativo: las webs de compra-venta de productos (Wallapop), los servicios de estancia (AirBnb), transporte (BlaBlaCar, Uber,…) y otros muchos como servicios de alquiler de productos o servicios de alimentación. En todos los casos, el comercio colaborativo tiene una característica clave: se hace uso de bienes de personas particulares para completar el servicio.

Por ejemplo, en el caso de Uber se utilizan coches particulares para dar un servicio de transporte; en el caso de algunos negocios de alimentación, son repartidores particulares los que realizan el envío; en negocios como AirBnb son los propietarios de las viviendas los que ofrecen la estancia a cambio de contraprestación.

Esa es la gran baza del comercio colaborativo: ofrecer la oportunidad de tener ingresos adicionales, o complementarios, a multitud de personas que disponen del tiempo y los medios para efectuar la tarea o el servicio estipulado. Las modalidades y oportunidades son infinitas: desde ofrecer nuestro maletero para transporte de objetos, entregar comida a domicilio (como el caso de Deliveroo), hasta emplear nuestro tiempo libre en ir a recoger unas compras a una tienda y llevarlas al domicilio del cliente (como Glovo). En este sentido, pequeñas empresas como la barcelonesa Stuart decidieron apostar por el reparto de última milla, uno de los componentes más importantes en la cadena de las compras online. Estos envíos se definen como «rápidos, flexibles y de calidad para tus clientes».

¿Qué retos debe resolver el comercio colaborativo?

Existen muchos retos para el comercio colaborativo que se deben afrontar desde las empresas. Por un lado está la innovación tecnológica en todos los ámbitos (tanto si hablamos de plataformas online, c-commerce, sistemas de gestión,… como si hablamos de logística o reparto).

Por otro lado, dado que la mayor parte de los comercios y plataformas colaborativas dependen de la infraestructura online para poner en contacto a clientes con los prestadores del servicio, este nuevo comercio debe protegerse del cibercrimen y los ataques informáticos, cuyo peor escenario es el robo de datos personales y sensibles de todos sus clientes.

Y por último, pero no menos importante, el c-commerce debe enfrentarse al reto de la legislación vigente, tanto en materia tributaria como en el de los papeles que desempeña cada uno de los componentes de dicho comercio: la plataforma, el proveedor del servicio y el consumidor.


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