Se suele decir que uno de los problemas a los que se enfrentarán los nuevos inventos como los coches sin conductor o los drones no son los técnicos, ni los del mercado, ni siquiera los elementos: serán las leyes que los regulen. Porque del mismo modo que todos queremos cierta seguridad en las calles para no ser atropellados por un coche que no conducía nadie, también queremos no tener ningún incidente con un dron, que no sean ruidosos o que no supongan un problema para el mobiliario urbano.

Hasta hace poco la regulación al respecto era una especie de zona gris en la que, por falta de concurrencia, cada cual hacía un poco lo que le dictaba el sentido común, siempre que no fuera claramente peligroso o ilegal (como entrar una zona restringida). Esto nos ha permitido ver vídeos espectaculares de nuestras ciudades, monumentos o zonas especialmente inaccesibles.

En Estados Unidos la FAA (Administración de Aviación Federal, el organismo regulador) dio hace poco a conocer las nuevas normas que propone para regular este sector. Unas reglas que a primera vista a muchos han parecido excesivas.

La FAA aboga por que las normas para drones de fines «no recreativos» sean aplicables a los cuadricópteros y otros modelos de menos de 25 kg. Entre otras cosas los vuelos deberían realizarse únicamente de día y tan solo manteniendo a la vista al aparato. La edad mínima para manejar uno serían 17 años y, aunque se habla de que requerirían «un operador» está claro que muchos modelos no necesitan uno, pues son totalmente autónomos (es algo similar a los coches-sin-conductor en los que debe ir sentado un «conductor» aunque solo sea «por si acaso»). Los vuelos tampoco podrían realizarse sobre zonas donde haya gente, superar los 150 metros de altura ni los 160 km/h de velocidad.

Aunque estas normas se tratan de momento de «propuestas» para comunicar a los ciudadanos y las empresas del sector, marcan una orientación clara regulación más estricta para los propietarios de este tipo de aparatos.

Los usos que se le pueden dar a estos aparatos son muy diversos, por ejemplo, el pasado diciembre GeoPost anunciaba un hito que lo situaba de nuevo a la vanguardia de la innovación tecnológica: el inicio de las pruebas para el uso de drones en la entrega de paquetes.

La pruebas, que tuvieron lugar en septiembre en el Centre for Autonomous Model Testing and Studies’ (CEEMA), situado en el sur de Francia, demostraron el posible uso de drones en condiciones reales. Como parte de estos ensayos, el dron llevó a cabo un vuelo de transporte completo y totalmente automatizado que incluyó el despegue, fase de vuelo, aterrizaje y regreso a la estación base. Con sus seis rotores eléctricos, el dron, que fue diseñado como parte del proyecto GeoDrone, transportó un paquete de 2 kg a una distancia de 1.200 metros.

La prueba validó la estrategia elegida por GeoPost y Atechsys, partner tecnológico para el desarrollo de este proyecto, y en términos más generales, el debate acerca de la utilización de drones para acceder a zonas aisladas (montañas, islas, zonas rurales, etc.). Esta nueva tecnología proporcionará un medio para dar respuesta a distintas situaciones de emergencia.

A mediados de abril habrá nuevas noticias sobre esta regulación, que lógicamente necesitará su equivalente europeo y que puede marcar el futuro de este tipo de aparatos: de simples juguetes a verdaderas alternativas para el transporte, la logística y la interacción entre máquinas y ciudadanos.

{Foto: Drone Casero (CC) Javier Eduardo Utgés @ Flickr}


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