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Crear una página web de nuestra empresa supone una gran oportunidad para mostrar nuestros productos o servicios a toda la comunidad virtual. Es una puerta abierta para llegar a nuestros potenciales clientes, independientemente de dónde estos se encuentren y, todo ello, de una forma rápida y fácil. Pero su creación no significa solo subir los productos a la red, sino que también hay que tener muy en cuenta algunas consideraciones legales.

En primer lugar, para ofrecer nuestros servicios en una plataforma debemos estar dados de alta como autónomos en la actividad que llevemos a cabo, en función del producto, volumen… Una buena opción es que, una vez afianzados como autónomos, nos constituyamos como sociedad mercantil. Además, si nos decidimos por crear una tienda online, debemos tener en cuenta que contamos con los mismos derechos y obligaciones que si fuera física, por lo que hay que darla de alta, emitir facturas de las ventas y declarar los ingresos en Hacienda.

De esta forma, siguiendo el cumplimiento legal de una actividad, como es el comercio electrónico, debemos tener en cuenta distintas leyes, como:

La Ley de Ordenación del Comercio Minorista. Esta regula las ventas y actividades profesionales con ánimo de lucro.

La LOPD o Ley Orgánica de Protección de Datos, encargada de proteger los datos aportados por el cliente.

Ley de Condiciones Generales de Contratación, que busca proteger y regular la igualdad de las partes contratantes.

Junto a estas leyes, debemos conocer toda la normativa vigente en materia de consumidores y usuarios, de manera que respetemos y garanticemos sus derechos, así como la Ley de Propiedad Intelectual e Industrial de terceras partes. Para ello, necesitamos una autorización previa, si incluimos marcas de terceros, fotografías, vídeos, firmas o logotipos.

Por otro lado, es imprescindible respetar la LSSICE o Ley de Servicios de la Sociedad de la Información y de Comercio Electrónico en España. Está encargada de normalizar todos los trámites requeridos para contratar online. Por esto, nuestra página web debe contar con información relativa a:

Los datos del contacto. Nuestro nombre, denominación social, teléfono, email, fax…

-Una inscripción en el registro mercantil o el registro público correspondiente, donde indiquemos folio, hoja y tomo.

-También debemos incluir datos referidos a la identificación fiscal, bien sea NIF o CIF.

Los precios, donde incluiremos impuestos, gastos de envío…

La autorización previa. Relativa a los datos identificativos del órgano competente encargado de la supervisión.

-También tenemos que aportar la profesión regulada, donde incluiremos el número de colegiado, título académico o profesional, estado de la UE donde expedimos el título y el resto de normas vinculadas al ejercicio de la profesión.

En definitiva, es fundamental que conozcamos y apliquemos estas consideraciones legales al lanzar nuestra página web. Sólo así podremos realizar nuestro trabajo de forma segura, tranquila y con las mayores garantías.

Foto| www.flickr.com/ © Microsiervos Geek Crew