En los últimos tiempos estamos viendo resurgir una forma de transporte que muchos consideraban ya casi extinta: los dirigibles. Estos modernos vehículos son sorprendentemente seguros, tienen una enorme capacidad de carga y unas posibilidades logísticas sin igual.
Un ejemplo de estas alternativas es la de los gigantescos dirigibles de Airlander, una empresa del Reino Unido que espera construir para 2016 una flota de entre 500 y 1.000 de estos dirigibles de casi 100 metros de longitud y 30 de ancho. Entre sus labores principales: las de vigilancia, seguridad y transporte. No se han descartado otros usos como, por ejemplo, el transporte de viajeros o turistas, pero las otras parecen mejores alternativas por el momento.
¿Qué aportan este tipo de dirigibles frente a los aviones o el transporte por tierra? Por un lado tienen algunas ventajas claras que no pueden igualar otros medios: son capaces de despegar y aterrizar en prácticamente cualquier lugar o, incluso, aproximarse lo suficiente como para recoger o depositar cargas sin tener que aterrizar. Para alguien que quiera mover hasta 200 toneladas de un punto exacto a otro –especialmente si es de difícil acceso– sería una alternativa a considerar seriamente.
Otra ventaja es la de la seguridad: mientras que otros medios requieren casi indefectiblemente la presencia de pilotos u operarios que los manejen, los dirigibles podrían funcionar de forma autónoma si fuera necesario. Actualmente, los drones civiles y de combate realizan misiones más complicadas, de modo que es fácil –si acaso se considera que un trayecto tiene algún tipo de riesgo– pilotarlos de un lado a otro de forma remota, sobre el mapa y con cámaras a distancia.
Y otra ventaja adicional es la de la autonomía: algunos modelos como el Airlander pueden permanecer en el aire hasta tres semanas. Además no es que sean especialmente lentos puesto que llegan a alcanzar los 150-200 kilómetros por ahora, bastante más que la velocidad promedio de automóviles, camiones o barcos.
Finalmente otra de las ventajas es la sostenibilidad. La contaminación producida por los dirigibles es mínima e, incluso, muchos de ellos se han concebido con grandes paneles solares en su superficie para generar a partir de la luz solar energía eléctrica y no tener que recurrir a otro tipo de combustibles para mover los sistemas de guía y propulsión. El peligroso hidrógeno que elevaba los legendarios zeppelines del pasado ha dado paso al helio, un gas de propiedades similares pero no inflamable, de modo que los riesgos de accidentes se minimizan.
Quizá sea pronto para imaginar el retorno de los viajes turísticos en dirigible, pero no tanto para soñar con flotillas de dirigibles realizando tareas de transporte de mercancías de forma autónoma.
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