De las películas a la agenda política, parece que últimamente los robots lo inundan todo. No en vano, esta tendencia tecnológica -que lleva anticipándose desde hace más de dos décadas- parece que ha encontrado su particular despegue, más allá del ámbito industrial donde está más que implantada.

Y es que la robótica promete desde automatizar procesos financieros hasta conducir por nosotros, pasando por realizar muchas de las tareas cotidianas que estamos acostumbrados a hacer. Por supuesto, la logística no es una excepción a esta disrupción.

Según un estudio de Roland Berger, la robótica en el sector logístico será una realidad más que palpable para el año 2025. En este despegue tendrán mucho que ver la reducción de precios de estos dispositivos (cuyo coste caerá hasta los 100.000 euros por unidad de media) y los importantes beneficios que traerán a un tejido productivo todavía muy dependiente de la mano de obra humana (el informe habla de una reducción del 20-40% en tareas como el handling).

En total, los analistas estiman que alrededor de 1,5 millones de empleos de este segmento de actividad se verán afectados por la llegada de los robots en la Eurozona durante la próxima década.

Pero, ¿cómo se está desarrollando esta llegada de la robótica al ámbito logístico? ¿Qué tipos de robots se están incorporando con más facilidad a esta cadena de valor? ¿Cuáles son sus aplicaciones reales? A continuación repasamos algunas de estas cuestiones sobre el futuro que nos aguarda dentro de no demasiado tiempo…

 

Carga y descarga

Si te estás imaginando robots humanoides o algún diseño futurista más propio de la ciencia ficción, nada más lejos de la realidad. La robótica aplicada a la logística se parecerá más a la que ya existe en las fábricas de medio mundo que a cualquier concepto alocado.

Por ejemplo, uno de los tipos de robots más habituales en este sector son aquellos dedicados a la optimización de los procesos de carga y descarga de contenedores. La gran mayoría de productos que se transportan en barco o tren lo hacen a bordo de estos elementos, que se llenan desde el suelo hasta el techo. Una labor muy intensiva en recursos humanos, lenta y plagada de riesgos laborales, que podría automatizarse con brazos mecánicos inteligentes.

Y decimos inteligentes porque si esta clase de dispositivos no se han incorporado hasta ahora es debido a los diferentes tamaños, formas y pesos de los productos que se encuentran dentro de un contenedor. Por ello, ha habido que esperar a que se perfeccionase la visión en 3D y la IA para que el robot sea capaz de detectar cada producto y decidir, a renglón seguido, cuál es la mejor secuencia de carga y descarga.

 

Robots en el picking

Una vez que los productos han sido descargados y ya están en el almacén, llega una nueva oportunidad para la automatización logística. Hablamos del picking, proceso consistente en el transporte de artículos dentro de la propia planta para su procesamiento.

Dadas las dimensiones de los grandes almacenes de la actualidad, los operarios tienen que caminar entre 10 y 25 kilómetros diarios para recoger cada producto, colocados en distintas zonas y estanterías. Tanto brazos robóticos como bandas transportadoras inteligentes como sistemas paletizados de pedidos con códigos de barras son algunas de las innovaciones que ya se vienen utilizando en estas instalaciones.

Un buen ejemplo de ello es Amazon, que ya cuenta con sus dispositivos Kiva para simplificar la recogida, empaquetamiento y envío de productos. Cabe destacar que en estos casos no hablamos de eliminar el componente humano de la ecuación, sino de facilitar su trabajo y aumentar su capacidad operativa.

 

Retos por superar

Esos son los dos terrenos donde más presencia de robots se está viendo en estos momentos, aunque ya comienzan a proliferar también algunos almacenes completamente automatizados. Pero suelen ser instalaciones muy especializadas, dedicadas a productos muy específicos y fácilmente estandarizables.

Y es que los retos por superar para que la robótica se desarrolle en el sector logístico siguen siendo muy grandes. Para empezar, la gran cantidad de combinaciones posibles (de tipos de productos, de actividades a realizar en su procesamiento, de cumplimiento normativo en el caso del transporte de medicación o alimentos…) hace que sea muy difícil configurar la maquinaria inteligente para cumplir con su función sin supervisión o cooperación humana.

Por otro lado, la automatización es difícil de implantar en almacenes donde se procesan productos frágiles, que ya requieren de un nivel de detalle humano muy elevado y, hoy por hoy, imposible de asumir por parte un robot.


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