Muchas veces se ha hablado de las dudas e incertidumbre que generó la llegada de Pablo Laso al banquillo del Real Madrid. Un gran base, incluso bien posicionado en los rankings de asistencias y anotación, pero ¿sería un entrenador para el Real Madrid? Quizás le faltaba experiencia o le sobraba ‘normalidad’, pero el tiempo le ha dado la razón.

Sus números han dejado más que clara esa afirmación. Pablo Laso ha conseguido 17 títulos con el equipo blanco desde que aterrizara en el club, allá por 2011. Pero no solo eso, sino que ha conseguido meter al equipo en 24 finales. Algo que se dice muy rápido, pero que el Real Madrid llevaba demasiado tiempo sin vivir antes de la llegada del entrenador vitoriano.

Ganar la última Liga Endesa le ha aportado más épica a los logros de Laso. Cuatro partidos que se vivieron con la máxima intensidad, como el triple ganador de Carroll que enloqueció a todo el WiZink Center o la garra del Barcelona en su primer partido en el Palau (el tercero de la serie) que consiguió ganar para forzar el que sería el cuarto y último, que también fue de alta tensión. Así llegó, el onceavo título de la sección de baloncesto a la sala de trofeos del Santiago Bernabéu. El Madrid de Laso siempre ha ganado algún título cada año. Acostumbrarse a la grandeza parece sencillo pero no lo es. Y no hablamos solo de resultados.

Pablo Laso tenía claro lo que quería y tenía que hacer con el Real Madrid: crear un bloque unido, el equipo por encima de los egos y que encontrase un estilo de juego propio de baloncesto rápido. Y así lo hizo. Los jugadores se adaptaron muy bien a una nueva forma de jugar que potenciaba su explosividad, su capacidad de correr, llegar a la zona y orquestar muy rápido una jugada que acabara en canasta y que dejase sin tiempo de reacción a sus rivales.

Fue un cambio radical tanto para el equipo como para la afición. El equipo empezó a disfrutar jugando, se les podía ver en la cara, en las reacciones, en las felicitaciones entre todos en cada cambio y cada canasta. Esta actitud y esas ganas se trasmitieron a la afición, que empezó a disfrutar con ellos y llenaba el Palacio para ver a un Real Madrid que volvía a ilusionar y a ganar.

La Copa del Rey. Ese fue el primero título que ganó Pablo Laso como entrenador del Real Madrid. Hacía 19 años que el trofeo no llegaba al club blanco. Fue solo la primera de las alegrías que Laso llevó al Madrid. Pero, sin duda, la más importante llegó con la primera Euroliga, que además fue especial por el hecho de que se ganó en Madrid y porque vino precedido de dos duras derrotas. Romper con las malas rachas ha sido una marca de la casa para el entrenador del Madrid. El mérito está ahí y hay que reconocérselo, pese a los errores que pueda tener, como todos.

Porque bien es cierto que a Laso le sigue rodeando un halo de duda que coge fuerza en los momentos complicados. Sin embargo, el vitoriano sigue a lo suyo: ganar. Ese se ha convertido ya en el camino habitual de su Real Madrid, ese que ha disputado 24 finales de las 33 posibles y ha ganado dos Euroligas, cinco Ligas ACB, cinco Copas del Rey, cuatro Supercopas y una Intercontinental.

Así, ha acostumbrado al Madrid y al madridismo a volver a ganar, predicando con el ejemplo.


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