Seguro que cualquier lector de este artículo no solo tiene noticias de las diversas campañas solidarias que se han articulado en torno a la recogida de los tapones de envases, esos que usamos de forma habitual en cantidades ingentes, sino que también ha sido parte activa de ellas. Casi todos hemos hecho el gesto, llegado un momento ya de forma mecánica, de reciclar por un lado el propio envase y por otro su tapón, depositándolo en una bolsita colocada ad hoc, que después llevamos a un punto de recogida. Vamos a detenernos unos instantes para hablar de los entresijos de esta actividad de reciclaje: ¿por qué, para qué, cómo?
¿Y por qué tapones y no otro elemento plástico?
La clave está en las cualidades del plástico a reciclar, ya que no todas las partes de un envase cualquiera están hechas con el mismo tipo de plástico, y esto se nota a veces simplemente sosteniendo un tapón en la mano o comprobando su dureza y resistencia. Estamos hablando, en el caso de los tapones, de polietileno de alta densidad, un plástico muy cotizado por su alta calidad. Además, el hecho de que por solidaridad hagamos entre todos el cribado de los tapones ayuda a la rentabilidad del reciclaje de estas piezas de plástico que, adicionalmente, se almacenan de forma sencilla.
Estamos hablando de un material que, sin la solidaridad por medio, muy posiblemente se perdería, y así, en cambio, se puede llevar a cabo el reciclaje y, además, se cumple un doble objetivo: Se fomenta la reutilización del material y, por tanto, se ayuda al medio ambiente, y se palia una situación concreta, mediante la donación de dinero a los colectivos más vulnerables, en el caso de Fundación SEUR, los niños que requieren de tratamientos médicos u ortopedias no contemplados por la Seguridad Social. Un ejemplo de ello en el que se destina una ayuda económica para las adquirir material específico de ortopedia o largas terapias de rehabilitación lo vemos en Ángela González, que tiene tan solo seis años.
El ciclo de un tapón de plástico
Lo primero que tenemos que tener claro es qué se puede reciclar y qué no. Además del citado polietileno de alta densidad también son válidos los tapones elaborados con polipropileno. No nos queremos extender aquí con información técnica pero es útil saber que existe una clasificación para los distintos tipos de plástico, (aquí la podéis consultar completa) y que los válidos para su reciclaje solidario son los que van etiquetados con los números dos, cuatro y cinco. También hay que fijarse en que el número vaya dentro del símbolo internacional del reciclaje: el círculo de Möbius. Y si queréis huir del todo de tecnicismos, en el blog Feliz con poca cosa elaboraron en su momento un listado exhaustivo de todos los tipos de tapones que podemos encontrar en nuestras casas y empresas y que son válidos para su reciclaje.
Los tapones llegan a las empresas de reciclaje que pagan por ellos en torno a los 200 euros por tonelada; antaño se pagaban mayores cantidades. Tras recibir el correspondiente tratamiento se obtiene un material que se denomina granza, que sirve como materia prima para que otras empresas elaboren nuevos envases, materiales de revestimiento o aislamiento, juguetes o, en muchas ocasiones, cajas para transportar fruta. En definitiva, se trata de un ejemplo claro de economía circular, en el que un material entra en un bucle para utilizarse todas las veces que sea posible.
Tapones para una nueva vida
SEUR también está implicada en la recogida con fines solidarios de estas pequeñas piezas de plástico que se convierten, a la postre, en los ladrillos necesarios para construir pequeñas victorias cotidianas contra las consecuencias originadas por las enfermedades. Otro de los aspectos bonitos de Tapones para una nueva vida, proyecto estrella de Fundación SEUR, es que ha permitido la colaboración con otras empresas u organizaciones interesadas en aportar su granito de arena. Por ejemplo, recientemente hemos podido leer en prensa que la firma Galletas Gullón ha empezado a colaborar con la iniciativa. Antes ya se habían “subido a este carro” solidario empresas como Pincasa, Mediaset España o Prosegur.
Gracias a Tapones para una nueva vida se ha conseguido ayudar, hasta el momento, a 171 niños y niñas tras recaudar más de 1.200.000 euros. El dinero entregado se ha invertido en la financiación de tratamientos médicos y ortopedias. Mediante el esfuerzo colectivo se han reciclado 6.542 toneladas de tapones de plástico, lo que se traduce en evitar la emisión de 8.198 toneladas de CO2. Como hemos comentado antes, se cumplen varios objetivos a la vez: solidaridad y lucha contra el cambio climático.
Tenéis toda la información sobre este proyecto en la web de la Fundación, tanto si queréis ser beneficiarios del mismo, o conocéis a alguien que pueda necesitar serlo, como si lo que queréis es colaborar y que vuestro colegio, empresa o ayuntamiento se convierta en un punto activo de recogida de tapones. Otra de las enseñanzas que todos podemos aprender es que con la suma de muchos esfuerzos individuales se afrontan grandes retos colectivos.
Y ya que visitáis la web de la Fundación SEUR podéis aprovechar para conocer sus otras iniciativas en marcha. Por ejemplo, gracias al proyecto Libro Solidario, se están donando íntegramente los beneficios de la venta del libro BeatleStones. Un duelo, un vencendor al Hospital 12 de Octubre de Madrid, que los invierte en el programa Mueve-12. Se trata de una iniciativa pionera dirigida a la recuperación de los niños tras sus ingresos en las UCIPs (las Unidades de Cuidados Intensivos Pediátricos).
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