Terrafugia TF-X

Al igual que sucediera con los coches autónomos uno de los mayores problemas con los que se van a enfrentar los «coches voladores» va a ser toda la regulación respecto a su circulación y funcionamiento. ¿Serán tratados por las agencias de seguridad aérea? ¿Por las autoridades de tráfico? ¿Se necesitará algún tipo de carnet de piloto?

Los fabricantes de estos futuristas híbridos podrían hacer como los de los coches autónomos: esperar a una mínima legislación y arriesgarse a hacer pruebas en zonas acotadas (como Google) o incluso arriesgando un poco más dejándolos salir a zonas públicas (como Tesla) siendo flexibles y dando por supuestos ciertos paralelismos legales entre su funcionamiento y el de otros vehículos.

De momento según cuenta la revista Fortune al menos ya hay una compañía que ha logrado un permiso de la Administración Federal de Aviación estadounidense (FAA) para realizar vuelos de prueba. En el caso de Terrafugia es sólo un permiso para modelos a escala, con limitaciones de tamaño y peso… Pero menos es nada. Así que en eso trabajan ahora sus ingenieros: demostrar que los modelos funcionan para luego validar los vehículos definitivos.

Las autorizaciones se están planteando de momento para vehículos semi-autónomos, en el sentido de que pueden comportarse de forma autónoma pero requieren la presencia y manejo por parte de una persona (a diferencia de un «tren sin conductor», por ejemplo). Esto es relevante en un momento en que se está planteando incluso que haya drones capaces de transportar personas que no tendrían por qué actuar como pilotos.

Muchos de estos «coches voladores» son –por su aspecto y la información que tenemos de ellos– frankinstenianos ingenios que pliegan y despliegan sus alas o hélices; en ocasiones son más «aviones con ruedas de coche» o «coches con alas», dependiendo de cómo se vea. Las propias normas de circulación para los vehículos de carretera ya limitarían sus dimensiones: 2,50 metros de ancho máximo, por ejemplo. Hora de replegar las alas.

Otras normas aplicables prevén más complicaciones: la lógica dice que se limitarían sus emisiones contaminantes, el ruido que produzcan (o a qué horas, en el caso de los aviones, el incómodo «ruido nocturno») o por qué tipo de vías puedan circular… ¿Quién querría un coche que siempre ha de pasar por el aeropuerto para ir a cualquier lado? Lo que está claro es que, aunque lentamente, se está avanzando en la creación de esas normativas. Aunque no esté muy claro si llegarán antes los vehículos –dicen que en un par de años– o esas leyes destinadas a regularlos.


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