Elegir el nombre de nuestro negocio o la marca que vamos a representar es uno de esos momentos cruciales que pueden influir en el éxito o fracaso del mismo. En cierto modo es la columna vertebral de nuestra empresa, y un nombre poco apropiado puede conseguir que nuestra marca no se reconozca, o que se asocie mentalmente a conceptos alejados de lo que representa.

Por el contrario, un buen nombre significa reconocimiento, acceso a mas cantidad de clientes potenciales, incluso vender más sin apenas pretenderlo (muchas veces se asocia «cocacola» a refresco, por ejemplo). Una mala marca implica casi el olvido por parte de los clientes y casi siempre requiere mayores inversiones publicitarias para mantener la marca en la mente del consumidor. Veamos los errores más comunes al elegir el nombre de un negocio:

Incluir a demasiadas mentes pensantes a la hora de decidir el nombre

Cuantas más personas estén implicadas en la toma de decisiones acerca del nombre o la denominación de una marca, peor. Ya sea por querer agradar a la mayor cantidad de personas posible, o porque algunas de esas personas no son objetivas o no tienen interiorizados los valores de la marca, los nombres resultantes pueden ser poco apropiados, imprecisos, demasiado conservadores o descriptivos, comunes, convencionales o que pasen desapercibidos: todo lo que no deseamos para nuestra marca.

Lo mejor es dejar la elección de un nombre a un grupo pequeño de personas enfocadas en conseguir un nombre que represente a la compañía. Lo peor, dejar la elección de un nombre a un concurso, un comité o un freelance.

Un nombre no es una campaña de publicidad

A veces se comete el error de elegir el nombre que mejor encaja, al instante, con las campañas de publicidad en marcha o las que mejor encajarían en esta temporada, pero no se tiene en cuenta el largo plazo. ¿Qué pasa si en la temporada siguiente ese nombre no pega? Habremos tirado bastante dinero en ello. Hemos de pensar en el largo plazo y elegir un nombre que funcione hoy, y dentro de 20 años (recordemos la moda de nombrar negocios con el «apellido» 2000 a finales del siglo pasado).

Un nombre no es un concurso de belleza

A veces las representaciones gráficas asociadas a un nombre tapan los defectos más obvios del mismo, y esto implica una pérdida de «prestaciones» continua, o lo que es lo mismo, un lastre para el negocio que perdura en el tiempo.

Un nombre no es un logo, ni un eslogan

Los slogan están muy bien, pero no son nombres. La mayoría de los lemas que hoy suenan bien cambiarán con el tiempo (porque cambia la percepción sobre ciertos temas, por ejemplo el lema de las pipas Facundo, que pasó de ser «Siento dejar este mundo sin probar pipas Facundo» a «Un placer de este mundo») dejando atrás nombres que no transmiten nada. Sin embargo, un buen naming permanece.

Utilizar palabras demasiado generalistas

La primera empresa que se dedica a algo puede permitirse el lujo de utilizar este tipo de naming: Telefónica (cuyo primer nombre fue ‘Compañía Telefónica Nacional de España’, algo completamente plano, pero era la única entonces), o ‘General Motors’, un nombre impensable hoy en día. Pensemos que no siempre es así, por ejemplo en la «primera» época de buscadores conocidos en internet ya existían marcas atractivas como Altavista, Yahoo! y Google.

Utilizar asociaciones geográficas por motivos económicos

En algunas autonomías se tiende a utilizar prefijos o sufijos asociados al nombre de la comunidad, principalmente por motivos de subvenciones, como por ejemplo el «Gal- o Gali- en Galicia, o la terminación -ex en Extremadura. Esto resulta en nombres predecibles y con poco impacto.

Vía | Entrepeneur, Branderstand


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