El mundo se mueve cada vez más rápido. Y aunque parezca que estamos ante una nueva «batalla generacional», el hecho cierto es que los más jóvenes prefieren los contenidos rápidos y fáciles de digerir, ya sean videoclips, episodios cortos o titulares atractivos e impactantes. Esto ha permitido alcanzar el éxito a plataformas como YouTube, Instagram, TikTok (Douyin en China) y Pinterest. Pero incluso YouTube, lugar en el que encontrar vídeos de media y larga duración con juegos, noticias o reportajes, palidece a veces ante la hipervelocidad de los contenidos de sitios como TikTok. Allí los límites son 15 segundos para los «vídeos cortos» y 60 segundos para los «vídeos largos».
Con multitudes utilizando estas plataformas en las que hay que contar algo en un máximo de 15 a 60 segundos la acción es, lógicamente, trepidante. Pero aunque esa limitación conlleve algunas carencias parece una tendencia de futuro: un formato que resulta muy atractivo sobre todo para la juventud; juventud que se convertirá en el público adulto y consumista del futuro. De modo que quienes generan contenido y venden en tiendas de ecommerce hoy en día lo encuentran como una plataforma especialmente interesante en la que plasmar sus ofertas para que vayan cuajando.
Los analistas de Andreessen Horowitz, una empresa de inversiones estadounidense, lo tienen claro y han encontrado un montón de ejemplos sobre cómo se están utilizando las plataformas de vídeos rápidos para vender o simplemente vender más. Lo llaman «el vídeo es lo primero», y aunque sea arriesgada su afirmación de que «en el futuro todos compraremos en apps de vídeo como TikTok», dan algunas ideas interesantes.
El primero es que usar estas plataformas es barato porque la producción de los vídeos también lo es. Si se piensa en un anuncio convencional de 20 segundos se puede adaptar sin problemas al formato de 15; incluso un tutorial de varios minutos se puede reducir a los 60 segundos máximos. Además, realizar pruebas A/B con varios vídeos es fácil y efectivo. Lo que funciona y recibe likes se deja; el resto se ignora.
Algunos formatos comunes que triunfan en audiencias masivas como la china son:
- Influencers o modelos probándose ropa y complementos.
- Demostraciones de utilidad de un producto de forma divertida.
- Pases de modelos rápidos (algunos hasta 10 vestidos en 15 segundos).
- Los «cómo se hizo» o «cómo se fabrica» de los productos artesanales.
- Marcas de comida/bebida convertidas en «estilo de vida».
- Tutoriales: gadgets, electrónica, electrodomésticos.
- Compras por impulso.
El resultado, que puede verse en algunos canales y circula por las redes sociales por lo llamativo, ágil y ligero que resulta, es una extraña mezcla: vídeos que parecen sacados de teletienda; influencers probándose todo tipo de ropa; pases de modelos a toda velocidad; vídeos relajantes de trabajos artesanales; secuencias de esas que dan «gustirrinín» al ver la maquinaria industrial en acción… Un poco de todo. La clave es que sea rápido y sea divertido; si no es simpático y divertido no se propagará.
Muchos de estos vídeos son muy «de andar por casa» y requieren pocos medios de producción: una modelo y ropa que probarse en un pase informal; un gadget de cocina y algunos ingredientes para hacer una demostración; un espacio bonito en la calle donde mostrar cómo funciona un filtro para una cámara… Cuestión de imaginación. Es normal que vídeos como estos se hagan virales de vez en cuando. Además de lo que nos llega de otros países son famosos y recientes casos como los de la famosa «bufanda mágica» que se vende en mercadillos –desde hace años– tras una impresionante demostración de agilidad o el caso del bazar chino de Santa Cruz de Tenerife que triunfa gracias a los vídeos que graba una de sus dependientas con las novedades que llegan a la tienda.
{Foto (CC) Alyson McPhee @ Unsplash / Foto: Douyin / Foto: Sew Anastasia}
Estamos 100% de acuerdo, el vídeo no es el futuro… ¡es el presente! Sin duda cada vez más marcas y empresas optan por esta opción (y con razón). ¡Un saludo!