Parece claro que, hoy por hoy, la estrategia de futuro en cuanto a transportes más respetuosos con el medio ambiente pasa por el uso cada vez más extendido de vehículos eléctricos. Pero estos se enfrentan con los relativamente escasos avances realizados en el campo de las baterías, de las que dependen para poder circular.

De hecho, hay que buscar un balance entre peso y volumen de estas y las prestaciones que se buscan, pues a falta de una mayor eficiencia para obtener más autonomía hacen falta baterías más grandes, que ocupan y pesan más, lo que como poco disminuye el espacio útil del vehículo.

En vehículos particulares o aquellos que siguen rutas no previsibles hay poco que se pueda hacer, salvo aumentar el número de puntos de carga disponibles y entonces intentar aprovechar para recargar cuando se pare en un sitio que haya uno.

Sin embargo, para vehículos que siguen una ruta predeterminada, como por ejemplo un autobús o camiones o furgonetas de reparto o que enlazan almacenes de una empresa, puede haber otra opción. Esta consiste en instalar en sus paradas sistemas de carga por inducción, similares a los que existen para algunos dispositivos móviles.

Así, cuando se paren a recoger y dejar pasajeros o carga, las placas de inducción colocadas en el suelo recargan automáticamente las baterías, lo que permite llevar baterías más pequeñas y aumenta tanto las prestaciones del vehículo en cuanto a velocidad como el espacio de carga disponible.

Se están probando distintos sistemas de este tipo para autobuses en varios lugares del mundo, como por ejemplo la Universidad de Utah en los Estados Unidos, Turín en Italia, o Utrecht en los Países Bajos.

Los sistemas en uso permiten que aunque el vehículo no esté parado exactamente sobre las placas de inducción con un margen de error de hasta 25 centímetros estas sean aún eficaces a un 90 por ciento.

Los centros de las ciudades, o rutas en las que ya haya tendidos eléctricos, podrían beneficiarse enormemente de estos puestos y vehículos de carga por inducción, que además se evitarían viajes extra a los puntos de recarga.

De hecho podrían ser utilizados por vehículos de distintas empresas y funciones, igual que hoy en día pasa con las gasolineras.


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