Mientras la población general todavía está digiriendo lo que ha supuesto la telefonía 5G, actualizando sus dispositivos y disfrutando cada día de mejor velocidad y más cobertura, el 6G lleva tiempo en las cabezas de los ingenieros. Todavía está en sus fases más tempranas, pero este estándar técnico, para lo que será la sexta generación de comunicaciones inalámbricas, ya está dejando entrever algunas de las ideas que persigue. Y algunas de ellas afectan directamente a las empresas de transporte.
El 6G como estándar global
Al igual que las generaciones anteriores, la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU) dependiente de la ONU es quien se encarga de regularlo a nivel internacional. Esto supone poner de acuerdo a fabricantes, operadoras y administraciones de todos los países, un reto titánico.
A finales de 2023 se confirmó que el nombre del nuevo estándar será, como todo el mundo esperaba, 6G, aunque técnicamente se desarrolle como IMT-2030 (siglas de International Mobile Telecommunications). El 5G por ejemplo es IMT-2020 y al 4G se le conoce como IMT-Advanced.
El siguiente paso es encontrar al 6G una banda de frecuencias para que pueda operar sin interferir con otro tipo de comunicaciones, posiblemente la banda de 7-24 GHz, aunque también se están explorando otras. Esta tarea se está llevando a cabo desde 2024 y terminará probablemente en 2027. No es fácil encontrar un hueco en el abarrotado espectro de radio y organizarse para «mover» a los que ya ocupan esos sitios.
Para hacerse una idea de las posibilidades, en una prueba realizada por unos investigadores sobre la banda W de 75–110 GHz se lograron velocidades de unos 938 Gbps, unas 9.000 veces más rápido que el 5G convencional.
Técnicamente del estándar 6G no han definido todavía los detalles exactos, pero sí muchos de los factores que debe tener en cuenta. En la web de 6G SNS OPS Standards Tracker que trabaja junto al 3GPP (3rd Generation Partnership Project) y la ITU se puede leer sobre muchos de ellos:
- Capacidad («velocidad»), del orden de TB/s.
- Latencia («retardo»), lo más bajo posible.
- Sostenibilidad: cuidado del medio ambiente, factores sociales y económicos en su despliegue.
- Cumplir con los objetivos del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático.
- Cobertura prácticamente ubicua.
- Potencial para experiencias inmersivas y nuevas formas de colaboración.
- Adaptación a nuevos escenarios que están surgiendo en los últimos tiempos, desde el IoT (internet de las cosas) a los vehículos autónomos, los robots y otros.
Entre otras posibilidades técnicas, se habla del uso de inteligencia artificial para la captación de señales (ya sean de estaciones base, satélites, etcétera), ajustarse mucho mejor al desplazarse de un sitio a otro con el terminal y elegir los parámetros de la comunicación (canales, protocolos…) para obtener el rendimiento óptimo en cada sesión. También se ha dejado entrever que el 6G tendría que lidiar con nuevos diseños de antenas (antenas múltiples, adaptativas…) que permiten mejorar las conexiones en lugares de poca cobertura o cuando hay grandes grupos de usuarios en las inmediaciones.
Una tecnología que optimizará procesos
En el terreno de las empresas de transportes y la movilidad, el 6G puede ser una gran herramienta para optimizar procesos y mejorar la eficiencia operativa. Entre otras cosas, permitirá un seguimiento más preciso y en tiempo real de los envíos, lo cual redundará en mejorar la visibilidad de la cadena de suministro y agilizar la toma de decisiones.
Un aspecto en el que podría mejorar es proporcionando más cobertura. Esto se refiere a localidades remotas, a las abarrotadas ciudades o a lugares como túneles, almacenes y aparcamientos donde a veces «no hay señal» debido a las limitaciones técnicas y la posición de vehículos o paquetes no puede enviarse a la nube hasta que se recupera la cobertura. Al ser más potente, no existiría esa pérdida de señal.
El 6G podría potenciar la incorporación de nuevos tipos de vehículos en las labores de transporte: drones, robots o vehículos autónomos. Todos ellos pueden jugar un papel importante en las entregas en la «última milla» o en entornos complejos donde sus algoritmos o una IA puedan ser más eficientes.
El 6G y la infraestructura hiperconectada
Smart cities: retrato de la ciudad del futuro[/caption]. No hay que pensar en el 6G únicamente como algo que irá en el teléfono móvil. Cualquier dispositivo que necesite comunicaciones inalámbricas puede hacer uso de él, tanto los gadgets que llevamos en la mochila como los ordenadores, coches, camiones u otros elementos de las infraestructura de nuestro entorno.
En este sentido, puede que el 6G juegue un papel importante en la hiperconexión de almacenes, vehículos y hogares, potenciando lo que se conoce como la «ciudad inteligente». Cuando todos los aparatos y objetos que hay a nuestro alrededor, tanto en casa como en la calle, que pueden conectarse sin problemas pero, sobre todo, sin las limitaciones de las comunicaciones actuales, es cuando podemos disponer de verdadera alta capacidad para recibir todo tipo de contenidos o información completamente al instante y para usar nuevas aplicaciones que hoy en día ni imaginamos.
Los procesos industriales, flujos de trabajo y el control de inventarios pueden también verse mejorados y son importantes en muchos casos, como el del comercio electrónico. Cuando toda esa infraestructura mejora, también lo hacen la movilidad urbana, el tráfico y los tiempos de entrega. El resultado es una ciudad donde la población disfruta de mejores servicios gracias a una mejora importante de una de las infraestructuras más básicas, que no es física sino invisible: las comunicaciones inalámbricas. Esperemos que el 6G siga avanzando a buen ritmo y esté entre nosotros lo antes posible.
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Foto (CC) Gerd Altmann @ Pixabay.
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