Los códigos QR tienen muchas aplicaciones y no es raro verlos y hacer uso de ellos en nuestro día a día. Inventados en 1994, han pasado por mejores y peores épocas: al principio no eran muy populares y se utilizaban únicamente en asuntos y entornos especializados. Pero la llegada de las cámaras a los teléfonos móviles y su explosiva popularización hizo que empezaran a usarse masivamente y resultaran más capaces y atractivos que los clásicos códigos de barras.
Décadas después, cuando competían con otros sistemas como los NFC (intercambio de datos sin contactos) parecían desubicados e incluso desfasados. Pero la pandemia de la Covid-19 los hizo resurgir, entre otros sitios, en las mesas de los bares y restaurantes como forma rápida de leer el menú sin usar cartas en papel, pasando a ser una solución práctica para lograr el «contacto cero».
Cómo funcionan los códigos QR
Existen diversas versiones y variantes de los códigos QR originales, numeradas de la 1 a la 10, aunque también existen la versión 25 y 40. La principal diferencia es su tamaño y capacidad, bastante variable. Son fácilmente reconocibles al tratarse de una figura de píxeles en blanco y negro, normalmente cuadrados, con unas marcas también cuadradas fácilmente reconocibles en las esquinas. Visualmente se pueden reconocer en ellos las marcas de posición (esquinas cuadradas), alineamiento (cuadrados centrales más pequeños) y sincronización (líneas de píxeles intermitentes). Además de la información útil que contienen también llevan algunos píxeles que se encargan de la corrección de errores.
Un código QR puede incluir cierta cantidad de información, que se mide en bytes, dígitos o caracteres. La capacidad total depende del conjunto de caracteres utilizado (binario, números, números y letras u otros más complejos) y el nivel de corrección de errores elegido (que los hace legibles aunque fallen el 5%, 10%, 15%… de los píxeles). En general se puede decir que los códigos QR pueden contener entre 10 y 4.200 caracteres alfanuméricos; esto último se alcanza con los QR versión 40 y poca corrección de errores; normalmente se utilizan tamaños inferiores y más resistentes a distorsiones, rompeduras o arañazos.
La información que se incluye en los QR puede ser muy variada: suelen ser números, textos, valores de referencia, pero principalmente son direcciones de internet, aunque también pueden ser combinaciones de todo lo anterior. La ventaja de las direcciones de Internet es que pueden llevar a más información de la que contiene el propio código.
Lo que hace la cámara del móvil cuando se apunta hacia el QR es reconocer marcas de posición, interpretar el contenido y ofrecerlo como texto para copiar-y-pegar o, si es una dirección de internet, lanzar el navegador web para visitar el sitio en cuestión.
Usos prácticos
Los QR se han usado en todo tipo de aplicaciones: en revistas y libros para escribir complejas direcciones de Internet, en juguetes de realidad aumentada, en los restaurantes, bares y cafeterías para reemplazar a los menús de papel y en tiendas físicas y cajas de productos para dirigir a los usuarios a ofertas, puntos de información o para la descarga de apps. También han servido como tarjetas de visita, publicidad y para guardar textos puntuales, como puede ser la contraseña del wifi de invitados. Naturalmente, también se han utilizado en logística, donde han resultado ser especialmente prácticos.
En logística, un paquete que incluye un código QR contiene mucha más información que un típico código de barras. Además, es más «resistente» en el sentido de que, aunque se arañe o estropee durante el viaje, es probable que conserve la información de forma adecuada, gracias al sistema de corrección de errores.
Una curiosidad respecto a los QR es que hay auténticos «artistas del píxel» que han usado con éxito códigos QR con patrones distintos de los «bits cuadrados», con zonas en las que en vez de datos binarios hay dibujos, e incluso su clásica forma cuadrada se puede modificar para crear figuras y hacerlos más llamativos.
Shop2Shop, un servicio de envíos utilizando códigos QR
Un ejemplo cercano es la forma en que se utilizan los QR en los envíos Shop2Shop de SEUR. Son envíos pensados para ser fáciles, económicos y respetuosos con el medio ambiente: los paquetes entre particulares viajan de una tienda SEUR Pickup a otra sin que haya siquiera que escribir en una hoja de pedido ni imprimir etiquetas.
La persona que realiza el envío simplemente lo solicita desde la web o su móvil, donde se pueden ver las tarifas según el tamaño y peso. También se pueden consultar sobre el mapa los puntos SEUR Pickup más cercanos y realizar el pago. Y no hay que hacer más: se entrega el paquete en la tienda, donde basta mostrar el código QR para que sea escaneado, y los transportistas se encargarán de que llegue a su destino.
El destinatario podrá recogerlo en cualquiera de estos puntos en el plazo indicado (24 y 48 horas para España), algo que además permite cuidar del medio ambiente reduciendo las emisiones hasta un 63% por paquete.
En España hay más de 3.000 puntos en la red Pickup SEUR y es fácil encontrar uno cerca. El sistema Shop2Shop proporciona además una trazabilidad completa para el que lo contrata y para el que lo recibe, pudiendo saber dónde está su envío en todo momento.
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Foto (CC) AntonMatyukha @ VistaCreate.
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