De los cientos de proyectos sostenibles que circulan cada día por el mundo hay uno que ha recibido cierta atención por su planteamiento revolucionario, rompedor y futurista. Se llama Hyperloop y está firmado en persona por Elon Musk, más conocido por ser el fundador de Tesla Motors, la empresa de coches eléctricos deportivos de alta gama. Hyperloop lo definen como un medio de transporte sostenible alternativo. Lo apodan «la quinta forma de transporte» por su diferencia con las cuatro principales que usamos en la actualidad: automóvil, avión, tren y barco. De momento, solo existe sobre el papel, pero en su página web hay un completo informe con esquemas, cálculos y se pueden estudiar a fondo muchos de sus planteamientos. Hyperloop es básicamente un gigantesco y larguísimo tubo al vacío por el que circulan cápsulas a modo de pequeños transportes con capacidad para algunas decenas de personas – pero a velocidades entre 900 y 1.200 km por hora, tan rápidas como los aviones. Por las tecnologías que emplea se asemeja un poco a los trenes de levitación magnética y, también, a los viejos tubos neumáticos que se usaban (y todavía se usan) para transportar documentos en los edificios.
El tubo o vía de Hyperloop puede ser tan largo como se desee y el planteamiento inicial uniría las ciudades de Los Ángeles y San Francisco, entre las que hay 570 km, en un trayecto de 35 minutos: comparativamente, sería algo así como viajar de Madrid a Barcelona en media hora, como quien va en metro y sin paradas intermedias. Uno de los detalles más interesantes de Hyperloop es que todo el sistema es completamente sostenible, en el sentido de que la energía necesaria para mover las cápsulas sería poca y además cien por cien eléctrica. De hecho, el planteamiento es acumular suficiente energía como para garantizar 24 horas de operaciones incluso en el caso de un corte de fluido eléctrico completo. Del túnel de Hyperloop no saldrían nada más que pasajeros: no habría emisiones contaminantes ni efectos secundarios. Además, pudiendo realizar viajes de forma tan rápida y cómoda, el precio de unos 15 o 20 euros por trayecto no parece excesivo – y sin duda eliminaría otros transportes públicos y particulares mucho más contaminantes.
Según el proyecto, el tubo de Hyperloop se parecería en general a los viaductos actuales e iría elevado sobre los terrenos, algo que podría tener cierta oposición por parte los defensores de los paisajes naturales (como les sucede actualmente a los aerogeneradores). Sin embargo, por la contaminación sonora no habría que preocuparse: al utilizar un vacío casi perfecto en el tubo y una velocidad justo por debajo del límite de la barrera del sonido, no habría «boom sónico» como le sucedía al avión supersónico Concorde – algo que fue motivo de innumerables quejas.
Hyperloop todavía es una mera «idea en un powerpoint» y, para convertirse en realidad, tendrá que ser validado de forma independiente. Habrá que desarrollar mucha tecnología y encontrar financiación. Su creador dice que con unos 5.000 millones de euros se podría completar el proyecto inicial de California (Los Ángeles-San Francisco), pero, teniendo en cuenta que esas cifras suelen duplicarse si aparecen problemas, estaríamos hablando de unos 10.000 millones de euros. Comparativamente, su construcción serían equivalente (ajustado a hoy en día) a lo que costó completar el Eurotúnel del Canal de la Mancha. Hay muchas voces expertas que creen que probablemente se encarecería mucho más, por no hablar de los 100.000 millones de dólares que quizá habría que desembolsar para hacerse con los derechos de paso o terrenos de la zona sobre la que elevar los viaductos del tubo. Un proyecto futurista y caro aunque, sin duda, muy interesante y más sostenible que muchos otros que se anuncian por ahí.
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