La navegación por satélite mediante sistemas, como el GPS (EE.UU.), Galileo (UE), GLONASS (Rusia) o BeiDou (China), es una pieza clave del transporte moderno. Y es que, aunque se suele decir que lo mejor es conocerse el callejero de memoria, los sistemas de navegación por satélite (lo que todo el mundo llama «el GPS»), resultan superiores. Combinados con las aplicaciones de mapas, rutas y callejeros conectadas desde dispositivos móviles pueden dirigir y recalcular en tiempo real las mejores rutas.

El hecho es que desde el reparto de última milla hasta la aviación comercial, pasando por el Google Maps que todo el mundo lleva en su móvil, el posicionamiento global es esencial. Sin embargo, estos sistemas no son infalibles, y varios eventos en los últimos años han demostrado que un fallo puede ser tan peligroso como un apagón. Y es que cuando los satélites fallan, el caos se vuelve real. Por suerte hay un plan B: volver a los mapas en papel.

La caídas de Galileo

Los días en los que los satélites GPS fallan… hay que volver al lápiz y el papel / GPT-4oEl sistema de posicionamiento financiado por la Unión Europea, llamado Galileo o GNSS (Global Navigation Satellite System) es quizá menos conocido pero funciona automáticamente en el hardware de casi todos los dispositivos móviles, ya sean iOS o Android. Pero falló en 2016 durante casi una semana mientras estaba en pruebas, al parecer por fallos en la infraestructura terrestre.

El siguiente incidente tuvo lugar en 2017, cuando comenzaron a perderse las señales de sus relojes atómicos. En los satélites este componente es crucial, porque el sistema triangulación funciona midiendo con gran precisión el tiempo transcurrido desde que se envía la señal al momento en que se recibe.

La cosa no pasó a mayores porque en aquella época Galileo estaba todavía en pruebas: se necesitan 24 satélites para cubrir todo el planeta y sólo había 18, que cuentan con cuatro relojes como sistemas redundantes cada uno. Actualmente, ya hay 27 satélites en órbita, con 3 actuando como «repuestos» en el caso de que haya problemas.

También es interesante que no todos los problemas provienen del espacio. En 2019 hubo otro incidente que se atribuyó inicialmente a una actualización de software fallida debida a un problema técnico más habitual de lo deseable. Lo cierto es que los expertos aseguran que las causas fueron más complejas: falta de comunicación, complejidad organizativa y falta de transparencia, que combinadas acabaron en desastre. Al final todo se recuperó, pero quedó palpable la fragilidad de este tipo de sistemas.

Los fallos del GPS

En 2016 el GPS estadounidense, cuya señal es gratuita y abierta para todo el mundo desde 2000 (con alguna excepción), también sufrió problemas con los relojes de varios satélites. Y eso que sólo fueron 13 milisegundos. Aunque para los usuarios no supuso un gran problema, el asunto fue más grave para aplicaciones críticas, como las de la aviación y la geolocalización industrial, que usan la señal con mayor precisión para operaciones de ingeniería e industriales.

Además de esto, otro fallo en 2020 provocó anomalías en la sincronización de las señales y volvió a afectar a las aplicaciones que más dependen de la fiabilidad de esos cálculos.

Desde 2022 ha habido zonas y países donde el GPS no funcionaba correctamente. ¿Qué estaba pasando? Lo que ocurría era la excepción antes mencionada: el gobierno de EE.UU. se reserva la posibilidad de manipular la precisión de la señal en «zonas de conflicto» por razones militares, de modo que zonas de guerra como Ucrania, Siria o las situadas en el Cáucaso han visto cómo su fiabilidad caía en picado… Y, con ello, la de redes de transportes, los navegadores de uso civil en las ciudades y también muchas aplicaciones industriales.

La otra vertiente de este problema es el uso de inhibidores de señal (jammers) que anulan la cobertura del GPS en grandes zonas, y también las técnicas de spoofing (engaño) que básicamente reemplazan las señales reales por otras de satélites falsos, con los que se puede engañar al dispositivo, haciéndole creer que está ubicado en otro punto del mapa. Suena increíble pero es cierto, y se ha usado provocando accidentes de grandes embarcaciones.

En la reciente Guerra de Ucrania también ha habido múltiples interferencias de las señales del GPS con fines bélicos. Los vuelos comerciales han tenido que desviar sus rutas y no termina de estar claro cuántos países de la zona han quedado afectados ni quién interfiere y cuánto. Manipular estas señales no es algo expresamente prohibido por la Convención de Ginebra, pero si se causan daños civiles de forma intencionada claramente podría serlo.

La vuelta al papel

Los días en los que los satélites GPS fallan… hay que volver al lápiz y el papel / GPT-4oCuando estos sistemas de navegación han fallado, el resultado ha sido: aviones desviados, transportes perdidos y rutas imaginarias que no llevaban a ningún destino correcto. Sabiendo esto, si una de estas situaciones se alarga, la solución es retroceder en el tiempo a la era del papel:

  • Los transportistas y camioneros tienen que detenerse y consultar los mapas en papel, a la antigua usanza, o bien recibir instrucciones vía telefónica.
  • Los servicios de paquetería pierden la posibilidad de optimizar sus rutas, lo cual afecta a los tiempos de entrega y el transporte urbano. Lo mejor es dibujarlas sobre el mapa con antelación.
  • El momento de las soluciones efectivas: ¿qué funciona? Mapas impresos, libretas con direcciones manuales, rutas precalculadas a mano o simplemente memorizadas y smartphones que dan instrucciones por voz (incluso sin mapas).

Como plus, parece claro que la capacitación del personal para poder operar sin depender del GPS es algo recomendable en el sector del transporte para mejorar la llamada resiliencia operativa. Es una forma alternativa de tener la mente abierta y encontrar soluciones en caso de problemas. Y es que, cuando lo impensable ocurre, el lápiz, el papel y el sentido común vuelven a ser herramientas esenciales.

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Imágenes: GPT-4o.


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