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Poco a poco los coches autónomos van abriéndose paso en las procelosas aguas legales que a veces provocan avances –otras veces retrocesos– para que los veamos circular por calles y carreteras como algo «normal». Ahora ha sido el Ministerio de transportes alemán en boca de su máximo responsable Alexander Dobrindt quien ha explicado una propuesta que va delineando la normativa que deberían cumplir estos vehículos sin conductor. Estos coches son todo un ejemplo de ecomovilidad: eléctricos y no contaminantes, con una conducción óptima que minimiza los atascos en las ciudades y al mismo tiempo eficientes en tiempo para llegar a cualquier sitio, transportar mercancías o como medio de transporte público.

La primera de las cuestiones es que los conductores no tendrían que «prestar atención» o estar «concentrados» en la conducción, pero sí que tendrían que estar sentados al volante y dispuestos a tomar el control tras un aviso del vehículo. Esto que puede parecer una explicación un tanto simplona tiene su explicación: no es lo mismo ir sentado que estar atento y no es lo mismo ir frente al volante que poder tomar el control tras un aviso. Incluso hay quien ha encontrado otro detalle: el volante será obligatorio: y es que hay modelos de coche en pruebas que no lo requieren o lo han sustituido por un joystick. Esto también afecta a quién puede conducir: alguien capaz realmente de guiar el vehículo, frente a alguna de las demostraciones de ensueño en las que hasta un invidente podía sentarse al volante, indicar un destino y llegar sin problemas. (Lo hizo Google).

La segunda de las obligaciones sería la obligatoriedad de una «caja negra» que –sin entrar de momento en demasiados detalles– debería ser capaz de registrar todo lo que sucede: tanto cuando se viaja con el piloto automático como cuando maneja los mandos el conductor, así como las secuencias en las que el coche solicita al conductor que tome el control y viceversa. No se especifica cuánto tiempo debería guardarse esa grabación, ni los detalles físicos sobre la caja negra, pero sería seguramente una versión simplificada y más barata de algo parecido a las que conocemos de los aviones o a las que hay bajo las alfombrillas de algunos vehículos (EDR), capaces de grabar los parámetros básicos del momento (velocidad, pedales, aceleraciones) durante los segundos previos a accidentes importantes.

Los famosos coches que comercializa Tesla cumplen ya con la normativa relativa a la «caja negra» y los datos de los registros (listados de parámetros, vídeo, etcétera) e incluso se han utilizado en algún caso de accidente de los varios que ya se han producido. En casi todos los casos ha permitido cuando menos discernir si era el piloto automático quien conducía o si era la persona al volante – además de otros detalles sobre el correcto funcionamiento de los sistemas de detección de obstáculos, visión artificial y demás sensores, algo útil para reprogramar el sistema mejorándolo y evitar esas circunstancias.

Este primer avance puede parecer pequeño pero es una primera pica. Da por supuesto que este tipo de vehículos compartirán las calles y carreteras con los convencionales y que deberán hacerlo adecuándose a una normativa especial. Aunque el hecho cierto es que en Europa vamos más lentos que en Estados Unidos y otros países, donde muchos estados tienen ya legislación al respecto (las más flexibles seguramente las de los estados de Nevada y California).

En el estado actual los fabricantes están criticando algunas de estas limitaciones legales por ser poco flexibles; lo que piden es que se abra un poco la mano para que los vehículos autónomos se puedan desarrollar más rápidamente: mientras que los fabricantes querrían verlos de forma masiva en dos o tres años Alemania por ejemplo cree que podrían empezar a circular en 2020. En el otro lado, los responsables de Tráfico y Transportes han de vigilar con que vehículos potencialmente «peligrosos» –aunque las cifras de accidentes de momento estén a favor de los coches autónomos– garanticen la tranquilidad de los conductores y peatones. Es un enfrentamiento con muchos puntos de vista y variables al que todavía le quedan muchos capítulos.

{Foto: Google}


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