El dispositivo de moda son, sin duda, las gafas Glass que Google presentó hace unos meses y que desde hace algunas semanas están en manos de desarrolladores. Este selecto grupo ha tenido que pagar un dineral para hacerse con las primeras unidades de una serie especial para «coleccionistas» –unos 1.500 dólares cada una– que todavía no es ni siquiera el modelo definitivo. Y, aunque no se sabe cuándo llegarán al público en general ni cuánto costarán, las primeras pruebas apuntan a que serán un aparato más que interesante e innovador en ciertos campos, incluyendo el de la conducción de vehículos.

Como recordatorio rápido cabe decir que las Google Glass llevan una pequeñísima pantalla junto al ojo derecho que genera una imagen translúcida «en el aire» equivalente a la de un monitor convencional (como si miráramos un televisor de 25 pulgadas), lo cual es más que suficiente para mostrar información en textos grandes, fotografías o mapas. Además, van equipadas con cámara de fotos y vídeo. Aparte, reciben órdenes simplemente con la voz, transmiten audio al interior del oído mediante una especie de «pinganillo» y cuentan con Wi-Fi, Bluetooth y otras tecnologías propias de los teléfonos móviles – de hecho funcionan mejor si van acompañadas de un terminal Android.

Los que las han probado dicen que son toda una experiencia diferente y que, aunque llevarlas puestas pueda parecer un poco ridículo a día de hoy, seguramente en el futuro sea lo más normal del mundo: también nos parecía ridículo ver hablar a la gente a través de los primeros teléfonos móviles en plena calle o a quienes caminaban con su auricular Bluetooth colgando de la oreja – dos escenas que son muy comunes en la actualidad.

Respecto a su utilización durante la conducción, el hecho de que la pantalla no ocupe toda la zona de visión y de que además sea translúcida es una gran ventaja. Dicen que proporciona un efecto de HUD o pantalla de visualización frontal superpuesta al cristal – como la que tienen los cazas, las que se ven en los videojuegos o las que incorporan desde hace tiempo algunos automóviles de gama alta. En esa zona puede visualizarse información como los mapas de navegación GPS u otros datos.

La primera cuestión respecto a la conducción con las Google Glass es: ¿supone una gran distracción y por tanto un riesgo? Todos sabemos lo peligroso que es conducir mientras se sujeta el teléfono con las manos o se teclean mensajes en Whatsapp o cualquier otro sistema de chat/SMS. Pero en cambio está perfectamente aceptado ir oyendo la radio o hablar por teléfono a través de un manos libres. Las claves son mantener las manos liberadas y la concentración en lo importante –la carretera– mientras se realiza la conversación como actividad secundaria. No obstante, estas normas pueden variar de un país a otro, y –al igual que está sucediendo con los coches con conducción autónoma– todavía no se ha dicho la última palabra.

Las Glass de Google sirven también para organizar rutas y viajes

En el caso de Google Glass no hay que usar las manos para nada durante la conducción, dado que las gafas reconocen las órdenes por voz y pueden buscar una dirección en un mapa y mostrar una ruta o dar indicaciones. El conductor tan solo tendría que dar las instrucciones al comienzo del viaje y luego mirar los mapas o escuchar las indicaciones durante la ruta; no sería algo muy diferente a o lo que se hace hoy en día con un Tom-Tom convencional.

Lo que está claro es que en un dispositivo como este debería haber un modo «sin distracciones» que evitara que llegaran mensajes durante la conducción. Afortunadamente, las Glass llevan un sensor que permite saber cuándo el usuario las lleva puestas y pueden reconocer también si está en movimiento o usando los mapas y el «modo tráfico»; bastaría silenciarlas automáticamente para que no entren llamadas, chats o avisos poco pertinentes.

Las gafas también podrían ser útiles como dispositivo informativo acerca de las características del coche y sus avisos: no haría falta ir al manual para descodificar todos los iconos del salpicadero y en caso de problemas incluso podrían servir como sistema de ayuda de «realidad virtual» para indicar cómo revisar alguna pieza del motor o los diversos mecanismos del vehículo – como ya se hace en algunos talleres. Los coches modernos llevan, además, un conector estándar del que se puede extraer información; diversos fabricantes ya lo usan para transferir esa información y diagnóstico a los teléfonos móviles.

Otras aplicaciones propias de los mapas también pueden resultar interesantes para los conductores, quienes podrán acceder a ellas con solo «hacer preguntas al aire»: ¿hay hoteles cerca de aquí? ¿Algún buen restaurante mexicano? ¿A cuántos kilómetros está la gasolinera más cercana? El motor de búsqueda de Google se ha vuelto en los últimos años muy inteligente y ha multiplicado su capacidad para reconocer palabras y entender las preguntas en idioma natural (por ejemplo, en los teléfonos Android). A todo esto hay que añadir la vasta información de guías locales, con servicios e información útil que hay en Google Maps. En definitiva: una combinación de datos de altísima calidad que pronto estarán disponibles a través de unas simples gafas y con solo un gesto: hablar en voz alta.


Tags: