Las pasadas Navidades, cada español gastó 633 euros de media en regalos, juguetes y alimentación. O, lo que es lo mismo, un 4,2% más que el año pasado y por encima de la media europea. Un ejemplo del consumo estacional, marcado por muchas otras fechas en el calendario.

El sector del gran consumo en nuestro país está de enhorabuena. La buena marcha de la economía española, unida al éxito de campañas como el Black Friday, está impulsando las ventas de los principales fabricantes de productos de toda índole, desde electrónica hasta alimentación, pasando por juguetes y un largo sinfín de categorías. No en vano, de acuerdo a los datos ofrecidos por el informe Growth Reporter de Nielsen, el gran consumo en nuestro país ha crecido un 4,2%, superando la media europea en el tercer trimestre de 2017 y aumentando seis décimas respecto al año anterior.

La tendencia es muy positiva, máxime si tenemos en cuenta que la Navidad aún estaba por caer. Y es que muchos sectores de actividad dependen en gran medida de la estacionalidad, de la época del año en que nos encontremos. Igual que apenas se venden turrones en verano, tampoco se comercializan muchas tumbonas en diciembre.

Determinadas épocas del año marcan en gran medida el consumo de nuestra sociedad, en las que las marcas que se han especializado en esos nichos hacen su particular “agosto”, expresión que en si misma incluye este componente de variabilidad según el mes en cuestión.

Empecemos por donde se inventó “hacer el agosto”: el sector hostelero y turístico, donde observan que el consumo de sus servicios aumenta de manera considerable cada año, siendo las vacaciones su principal fuente de ingresos a lo largo del curso económico. Dicho de otro modo: la temporada alta, otro término acuñado a propósito de esta estacionalidad. De la misma manera que el verano supone un aumento del turismo de playa, el invierno incrementa el turismo de montaña y nieve en cuanto se abre la temporada de esquí.

Pero si hay un ejemplo de consumo estacional por excelencia, esas son las épocas de rebajas y otras campañas promocionales semejantes, muchas surgidas al calor del comercio electrónico, como el Black Friday o el Cyber Monday. Todas ellas están ligadas a una fecha determinada y a un tipo de producto concreto (ya sea moda o informática, como en esos casos) o a festividades y emociones muy concretas, como son San Valentín o los días del Padre y de la Madre. En estas fechas, señaladas en rojo en el calendario, es cuando muchas industrias disparan sus ventas -otras incluso trabajan en exclusiva para estas ocasiones-. Para muestra, un botón: el gasto en productos durante el Black Friday se incrementó un 26% en 2017, según un estudio de Cuponation, situando el consumo medio en 103,02 euros por persona. Por otro lado en el apartado de viajes y vacaciones la inversión media fue de 207 euros por persona.

Pero sin duda, la época de mayor gasto, tanto en alimentación, ocio o regalos, es la que atañe a las festividades navideñas. Este pasado 2017, de acuerdo a cifras de EAE Business School y Deloitte, los españoles hemos invertido una media de 633 euros, un 3,3% más que el año pasado, situándose entre los países que más consumen en tiendas y supermercados durante las Navidades. Estos datos superan incluso a países como Francia y Alemania, donde el sueldo mínimo es mayor y, por ende, teóricamente debería serlo el consumo.

El mismo informe destaca que los sectores donde más se consume son los de alimentación (un 10% del gasto); juguetería (el 75% de las ventas del sector se realizan en esta época del año); siendo el gasto realizado en regalos del 37%.

Otro barómetro navideño, el proporcionado por el grupo Ferratum, remarca esta misma impresión en clave positiva: el 20% de los españoles ha aumentado el presupuesto para sus compras de este año, mientras que el 50% mantiene el mismo que el curso anterior. Una buena marcha que ha de constatarse a lo largo del presente 2018, empezando por las rebajas que acaban de levantar el vuelo y continuando con el resto de (muchas) ocasiones que el comercio español -y también el resto de socios de la cadena de valor, como el sector logístico- espera con anhelo.


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