Las tradicionales cajas de cartón cumplieron hace poco 150 años y, aunque muchos detalles han evolucionado en todo este tiempo, la idea del cartón coarrugado como embalaje para transportar productos y mantenerlos protegidos de forma barata y eficiente sigue teniendo pocos competidores. ¿Está acaso todo inventado? Nuestra respuesta es que no, aunque hay que recurrir a soluciones de la más moderna tecnología que todavía no son de uso corriente.

Para homenajear al venerable cartón, una empresa llamada DS Smith, especializada en packaging, ha mostrado algunas de las ideas que han tenido los genios de sus laboratorios acerca de cómo podrían ser los embalajes del futuro cuando llegue el momento de reemplazar el cartón de siempre. Ideas basadas en tecnologías ya existentes que todavía están evolucionando, pero aplicadas a las necesidades de lo cotidiano.

Nanotecnología para el packaging: una herramienta multiusos

DS Smith no es el único que ha tratado este tema; hace algunos años expertos de la India y Tanzania publicaron en revistas científicas acerca de las características de la nanotecnología para el packaging de los alimentos, uno de sus usos más corrientes.

Entre sus características destacaban tres aspectos de la nanotecnología en nuevo packaging del futuro, definiéndolas como inteligente, activa y versátil:

  • La inteligencia incluye la incorporación de dispositivos como sensores, indicadores de calidad, luces u hologramas en el propio material del que está fabricado el paquete.
  • La parte activa se refiere a nanopartículas que pueden emitir, bloquear o regular compuestos químicos o contaminantes, para proteger el contenido.
  • La versatilidad se refiere a packaging que se autorrepara, auto-limpia y regula su temperatura de forma automática.

Los detalles sobre cada uno de estos aspectos son muchos e incluyen desde comunicaciones RFID para identificar los paquetes a polímeros capaces de autorrepararse, generalmente utilizando el «efecto memoria», o adaptarse a las condiciones variables de frío o calor con que pueden encontrarse. Algunos más avanzados, como el que describen en DS Smith, utilizan fibras o pequeños capilares que pueden dispersar productos químicos que sirvan para reparar pequeños daños.

Un material de fibras orgánicas programables


En este packaging del futuro el proceso comienza cuando el material con nanopartículas actúa como una red de sensores impresos que cubre todo el paquete. En este sentido, es capaz de «sentir» cuándo se ha producido un desperfecto e inicia el proceso de «curación».

Las nanopartículas del paquete pueden entonces proteger la zona dañada segregando una especie de cubierta protectora y, acto seguido, comienzan a transformarla como hacemos los seres vivos con las cicatrices. Este proceso podría comunicarse de forma inalámbrica a la empresa de mensajería para indicar que el paquete está «en proceso de reparación». Finalmente, llega al receptor, para quien no es muy diferente de un paquete normal y corriente.

Por estas razones, se dice que este material «combina lo mejor de la plantas y los humanos»: de las plantas toma la idea de la red de nervios y red de capilares y de los humanos la forma de cicatrizar y regenerar los tejidos dañados.

Reutilización sin fin

Esta capacidad de autorreparación permitiría también que el paquete, una vez utilizado, pudiera cerrarse y volver a su estado inicial. Podría incluso repararse si acaso tuviera algún desperfecto tras la apertura, para luego volver a utilizarse casi como si fuera nuevo. Esta es una idea que promueve la idea de «economía circular» y la reutilización de materiales una y otra vez, para mejorar la sostenibilidad de todo el proceso.

Al mismo tiempo, esta futurista forma de empaquetar todo tipo de productos utilizaría materiales reciclables, para ir dejando de lado los plásticos, como ya es tendencia. Sólo quedaría por ver cuánto tiempo transcurrirá hasta que estas ideas salgan de los laboratorios para ir reemplazando el tradicional cartón, que tan versátil y reciclable nos ha resultado en este siglo y medio.


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