Transportar ciertos productos de un lado a otro requiere a veces de unas condiciones muy específicas. Además de objetos normales y más o menos resistentes hay otros como los envíos de productos farmacéuticos y de la industria clínica que requieren de envíos especiales respetando la cadena del frío y otras consideraciones.
Un ejemplo claro son las vacunas, muchas de las cuales deben mantenerse bajo ciertas condiciones de temperatura o humedad durante su viaje, no pudiendo exceder ciertos límites. Hasta hace poco todo el almacenaje, transporte y entrega en los puntos de venta o distribución era algo relativamente manual y «a la antigua usanza». Ahora hay nuevas herramientas como los sensores, la tecnología NFC y la blockchain para garantizar que todo el proceso se realiza con los protocolos adecuados y la normativa vigente.
Imaginemos por ejemplo la gigantesca logística que requerirá repartir las vacunas para la Covid-19 cuando estén disponibles: distribución por todo el planeta, usando todo tipo de contenedores, vehículos y reparto en los últimos tramos a hospitales y centros de salud, incluso quizá a puntos como centros clínicos de otro tipo, farmacias o unidades médicas móviles. Normalmente este proceso se controla con sensores más o menos automatizados que registran ciertos parámetros durante el largo viaje: temperatura y humedad, principalmente. Los datos se pueden ver en una pantalla o se pueden descargar con un dispositivo móvil, un cable USB o similar, pero por desgracia, como explican en Computerworld, «son procesos que todavía dependen mucho del papel», en parte por su dependencia de sistemas antiguos, en parte porque para muchos intermediarios con los que hay que trabajar es su principal herramienta. Los equipos más comunes como los de Sensitech incluyen todos esos datos y también la información del geoposicionamiento; pueden generar PDFs con el detalle de los contenidos y, si se preparan adecuadamente, garantizar tanto la cadena del frío como la cadena de custodia, para evitar robos (otro problema típico).
Una compañía llamada Chronicled tiene una solución llamada MediLedger muy especializada en esta idea para el sector farmacéutico; IBM también tiene su IBM Food Trust con tecnología de blockchain para alimentos, que lleva tiempo experimentando con Walmart, Nestlé y otros gigantes de la industria.
En general el papel del blockchain en el Internet de las Cosas (IoT) es servir como libro maestro de las transacción; algo que nadie pueda manipular porque está descentralizado. Las compañías que quieran usarlo (MediLedger tiene clientes como Bayer, Pfizer, Gilead, Genentech y otros) utilizan ese libro como sistema de verificación, autenticidad de los productos, gestión de los almacenes, verificación de los envíos y demás. La información de los sensores de un envío puede enviarse en tiempo real al sistema y si no se cumplen las condiciones estipuladas (temperatura, humedad, etc.) a partir de cierto tiempo se lanza un aviso. Quizá se trate de un problema con solución (si una caja está parada en una aduana más de lo previsto se puede pedir que se traslade a un área de refrigeración; si es un camión averiado enviar otro según la prioridad del envío). Si el «contrato» falla, se puede marcar el envío para su devolución, evitando riesgos, problemas y tiempo perdido si cuando llegue al final no va a ser un envío válido. Y al tiempo se puede generar automáticamente otro pedido.
Estas soluciones de empresas como MediLedger o el IBM Food Trust suelen utilizar lo que se denominan contratos inteligentes que permiten determinar todas esas condiciones: en cuánto tiempo hay que entregar los envíos como máximo, qué temperatura no pueden superar, etcétera. Algo que forma parte de los protocolos habituales que marca la industria y que ahora son más fáciles de cumplir sin tener que usar tanto papel y confiando en el Internet de las Cosas y la nueva tecnología.
{Foto (CC) Kendal @ Unsplash. Imagen: MediLedger.}
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