No hay empresa que no quiera reducir gastos en el área logística, pero la gran dificultad viene a la hora de hacerlo sin afectar al nivel de servicio que reciben nuestros clientes. He aquí algunos consejos para lograrlo.

Los procesos logísticos son el gran tapado de la cadena de valor de cualquier producto, ya que nadie es consciente de su existencia, pero sin ellos no se podrían gestionar los stocks de los fabricantes, procesar los pedidos o realizar la distribución adecuada de los mismos. Quizás por esta curiosa dicotomía, muchos directivos ponen sus miras en esta parcela a la hora de acometer planes de mejora de la eficiencia, ya que son conscientes de que es una parte intrínseca a su actividad, en la que es fundamental mantener el nivel de servicio que se ofrece, pero en la que existe una grandísima oportunidad de reducir costes sin que el cliente final se de cuenta.

No en vano, muchos procesos logísticos siguen empleando metodologías obsoletas, incluso existen compañías que siguen empleando documentos Excel para gestionar los distintos palés o paquetes que poseen, así como emplean notas en un corcho para informar de los transportes que vienen o van desde la empresa hacia el consumidor final. Pero incluso en las firmas de mayor tamaño, con un grado de digitalización alto, existe una ventana de eficiencia que todavía está por explorar.

¿Cómo pueden los departamentos logísticos reducir sus costes sin que ello afecte a la calidad del proceso, e incluso mejorar el nivel de servicio? Aquí van algunas claves para dar respuesta a esta acuciante pregunta:

    • Trazabilidad: este concepto, cada vez más demandado tanto por empresas como por usuarios, permite conocer en todo momento la ubicación, historial y trayectoria de uno o varios productos en cada una de las etapas logísticas. En productos perecederos, por ejemplo, se convierte en una necesidad básica para poder entregar los pedidos en los plazos recomendados para evitar la entrega de productos en mal estado. Pero no solo eso: al integrar una trazabilidad completa en todo el proceso logístico -con tecnologías de Internet de las Cosas, por ejemplo-, podemos evitar errores en las entregas, pérdidas de productos en los almacenes, reducir el tiempo que los operarios emplean en identificar los paquetes que necesitan en cada momento y mejorar la coordinación entre los sistemas de producción y de entrega con terceros (distribuidores).

 

    • Incorporación de soluciones digitales: lo adelantábamos al comienzo de este artículo: la mayor de las ineficiencias radica en la falta de visibilidad que da el no tener digitalizados los procesos logísticos o, en los mejores casos, no tenerlo perfectamente integrado con el resto de áreas de la compañía, desde la planificación de recursos hasta la operativa de negocio. Por ello, cada vez son más las compañías que incorporan soluciones de gestión empresarial (como ERPs -Enterprise Resource Planning-) dentro de sus áreas de almacén o distribución, con el fin de que todos los empleados tengan acceso a la información debida en el momento justo. De nuevo, esto provoca una reducción inmediata de los tiempos necesarios para actuar en las áreas logísticas, al igual que un descenso de los errores humanos y permite integrar nuevos servicios de cara al cliente sustentados en las posibilidades de la tecnología.

 

    • Creación de sinergias logísticas: la competencia no tiene por qué ser solo competencia. Muchas empresas que trabajan en el mismo sector y que mantienen una relación recíproca, colaboran para sacar partido mutuo en colaboraciones simbióticas. Es lo que se conoce como clusters y permiten, por ejemplo, que dos empresas puedan utilizar el mismo transporte para sus respectivos envíos, ahorrando así en costes de movilidad, transporte y espacios. Imagina sin más el caso de dos comercios electrónicos que puedan compartir envíos a un mismo particular, en caso de que ambas firmas compartan su información o que estén conectadas a través de alguna plataforma colaborativa de transportes, que ya están proliferando en muchos países del mundo.

 

    • Gestión: la reducción de gastos en el apartado de gestión engloba muchas áreas. Los gastos de almacenamiento, de transporte y de inventarios suelen ser los más considerables a la hora de gestionar los productos, por tanto son aquellos que más recorrido tienen a la hora de su evolución, transformación y posterior reducción. Herramientas de recolección automática para controlar los productos y recursos ayudan a gestionar de manera más eficaz el inventario; mientras que otras técnicas como el uso de almacenes inteligentes (donde la sensorización cobra especial relevancia) o los almacenes compartidos pueden ayudarnos a reducir los gastos de almacenamiento. Por otro lado, planificar y buscar constantemente los mejores proveedores en la red de suministro optimiza los envíos y permite reducir costes sin que afecte a la calidad ni de atención al cliente.
    • Outsourcing de servicios logísticos: otra buena forma de ahorrar costes se produce con la externalización de servicios logísticos. Es una práctica cada vez más extendida para mejorar la competitividad y que puede realizarse en una amplia gama de unidades de negocio, desde transportistas, proveedores, tecnologías, hasta las propias comunicaciones que emplean estos operadores.

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