Una de las dudas que siempre surge cuando nos disponemos a enviar un objeto es, «¿cómo debo embalarlo?«. Esta incertidumbre es aún más acuciante cuando se trata de objetos frágiles.
Vamos a ver paso a paso cómo debemos proceder para que nuestros productos lleguen en perfecto estado a su destino a pesar de su fragilidad:
Primero: elegir una caja que se adapte a nuestro objeto
Intentar que nuestro producto se adapte a la caja es más habitual de lo que pensamos. Debemos buscar una caja en la que quepa holgadamente y nuestro producto no toque las paredes de la caja, creando una especie de «vacío».
Segundo: establecer un orden de colocación
Aunque es recomendable que se empaqueten por separado, si la misma caja va a contener varios objetos, al igual que haríamos al colocar los productos de la compra, debemos poner los más pesados debajo. De esta forma, daremos estabilidad a la base que debe estar correctamente señalada para que no se voltee a lo largo del proceso de envío. Los más frágiles irán encima evitando así el riesgo de ser aplastados.
Tercero: disponer un buen relleno
Si hemos dejado espacio a los lados del objeto creando ese vacío del que hablábamos, es el momento de rellenarlo. Podemos hacerlo utilizando desde las tradicionales bolas de papel de periódico hasta los chips de relleno pasando por el plástico de burbujas. El requisito es que sean materiales aislantes, de poco peso y flexibles para que al chocar con ellos nuestros objetos no se dañen.
Cuarto: precintar las zonas clave
Aunque nuestra caja venga ya armada, no debemos limitarnos únicamente a precintar las tapas. Hay que asegurarse de que la cinta de embalar cubra todas las líneas divisorias del cartón sin posibilidad de abrirse, colocando la cinta de forma perpendicular. Es importante en este paso no cubrir las posibles etiquetas que hayamos podido pegar o las indicaciones de fragilidad o de «este lado hacia arriba».
De esta forma, nuestro paquete estará preparado para llegar a su destino en perfecto estado con todas las garantías.
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