Los emprendedores del campo de la tecnología saben que hay una infinidad de áreas en las que especializar un proyecto. Unas están al alcance de cualquiera que pueda programar o ensamblar componentes ya existentes, otras requieren de desarrollos más avanzados e innovadores. Por otro lado no siempre coinciden las opiniones sobre el valor intrínseco de cada sector y lo que está «produciendo» en cuanto a negocio y productos tangibles.

Visual Capitalist preparó una lista con los sectores más sobrevalorados e infravalorados por los emprendedores, mediante casi 900 encuestas realizadas a profesionales del sector tecnológico. Sobre cada sector (ej. «vehículos autónomos») tenían simplemente que votar si su percepción era de que estaba infravalorado, sobrevalorado o era algo neutral. En otras palabras, si la cantidad de negocio que están produciendo iba acorde con las «promesas» y lo que se esperaba de ellos.

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La lista incluye más de 14 sectores, pero en cuanto a los más sobrevalorados destacan cinco: la Realidad Virtual y la Realidad Aumentada, los wereables (ropa y complementos digitales), los chat-bots (robots conversacionales), los drones y el Internet de las Cosas. Más de la mitad de los emprendedores consideran que estos son sectores claramente sobrevalorados. ¿Por qué?

Tanto la realidad virtual como la realidad aumentada llevan años dando vueltas, pero no se han concretado en productos de suficiente calidad y realismo, que es lo que pretenden. Los que han surgido con más poderío, como Oculus o las Hololens de Microsoft, son caros y un tanto decepcionantes. Esto no quiere decir que no haya ciertas aplicaciones interesantes –casi cualquier teléfono móvil puede usarse como dispositivo de realidad aumentada, aunque sea toscamente– sino que simplemente no han cubierto las expectativas depositadas en ellas.

Lo mismo puede decirse de los wereables. Aparte de las populares pulseras de actividad (tipo Fitbit) pocos dispositivos más se pueden considerar genuinamente «tecnología wereable» que haya revolucionado nada. Quizá lo más parecido sean los smartwatches (relojes inteligentes) o los EarPods de Apple (auriculares inalámbricos), pero son poco más que versiones avanzadas de lo que ya se conocía: relojes y auriculares. La auténtica «ropa conectable», dispositivos en forma de tatuajes, gafas con visores y otros de los que tanto se ha hablado sencillamente no han llegado al gran público.

Los chat-bots o «robots conversacionales» en cambio están en muchos sitios web, especialmente tiendas y centros de atención al cliente, pero no es oro todo lo que reluce. Se suponía que podrían encargarse de muchas más funciones de las que actualmente realizan y quien los haya probado sabrá que pueden llegar a resultar bastante frustrantes – por no decir «un poco tontorrones». Se esperaban unos bots más inteligentes y capaces.

Los drones son cada vez más baratos y ofrecen más posibilidades, pero lo que parecía iba a ser un futuro lleno de drones repartiendo paquetes por el aire, transportando objetos e incluso personas de un lugar a otro está todavía muy lejos. Primero, se han encontrado con grandes problemas de regulaciones y normativas legales – y es casi imposible volarlos en un entorno urbano cerca de donde haya personas o vehículos. Tampoco han evolucionado demasiado a nivel de autonomía y en ese aspectos son todavía muy limitados: solo vuelan unos minutos y a pocos kilómetros. Y aunque son buenas herramientas para jugar con ellos o hacer fotos y películas, no pueden levantar grandes pesos y su coste sigue siendo alto. Sin duda esto cambiará, pero se esperaba mucho más.

Entre estos avances DPDgroup ha realizado ya demostraciones en su proyecto GeoDrone de aparatos capaces de elevar hasta 3 kg y transportarlos hasta 20 km (el sistema de navegación es capaz de transmitir hasta 50 km) a una velocidad de hasta 30 km/h, sin importar el tipo de terreno. Y por si algo falla, cuenta con un paracaídas automático.

Algo parecido sucede con el Internet de las cosas, que si bien va poco a poco cuajando en forma de dispositivos conectados de todo tipo (desde bombillas a neveras o vehículos conectados) lo está haciendo con un sinfín de problemas: falta de estandarización y compatibilidad, problemas de seguridad, fiabilidad… Y con un coste en muchos casos desorbitado.

Además de estos cinco hay otros sectores que los emprendedores también consideran sobrevalorados: la blockchain (bases de datos distribuidas mediante la tecnología de «cadena de bloques»); la inteligencia artificial (que apenas hace honor a su nombre, pues parece que hoy en día «todo lleva inteligencia artificial» cuando no es así) o la economía compartida, donde los éxitos han sido muy puntuales.

Una pista en cambio acerca de los sectores más potentes e infravalorados: las tecnologías relacionadas con el control del envejecimiento, las de la vida y la biología y la seguridad informática.

{Foto: Billetto Editorial @ Unsplash}


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