Cualquiera que esté metido en el mundo de Internet, en ecommerce o marketing digital, en creación de contenidos o en cualquier negocio basado en la web, debería conocer los fundamentos del SEO. Sin embargo las bases del SEO cambian progresivamente y hay que mantenerse al día (no bastan las nociones de hace cinco años, ni las de hace tres) porque Google refina continuamente sus algoritmos en busca del objetivo final para el que fue creado: ser capaz de ofrecerte exactamente lo más relevante cuando buscas algo.
El SEO a veces se entiende al revés…
¿Qué es mejor, aparecer primero según ciertas búsquedas o aparecer como lo más relevante sobre un tema determinado? ¿Es lo mismo? No siempre. Por otro lado, utilizar el SEO para «posicionar el primero», sin más objetivos, es un error. El SEO es una herramienta y no un fin, y como herramienta te permite instruir a Google (o cualquier buscador) sobre qué estructura y contenidos estás ofreciendo.
Es decir, lo importante es el contenido que, si está formateado de acuerdo con las reglas básicas de Google, posicionará en el lugar adecuado. Existen miles de cursos SEO y trucos SEO, pero a veces pecamos de inocentes y no nos centramos en los trucos infalibles que nos da Google. El mejor de todos lo sacamos de la propia web, la que enlazamos al hablar de las reglas:
Piensa en las palabras que podrían introducir los usuarios para localizar tus páginas y asegúrate de que esas palabras estén incluidas en tu sitio web.
Es decir: no elijas tú las palabras por las que deseas que te encuentren. Piensa en qué podría escribir tu cliente tipo para encontrarte. Esa es la clave absoluta de un gran trabajo SEO.
Y el tráfico, ¿cómo influye en el posicionamiento?
Siendo extremistas, una página web que cumpla los mínimos de Google en cuanto a estructura y que tenga millones de visitas cada mes (y siga creciendo), necesita poco o ningún esfuerzo para estar bien posicionada. La razón es que Google quiere ofrecer a sus usuarios aquello que buscan y que está siendo visitado por millones de personas.
Pongamos un ejemplo: disponemos de dos charlas sobre el mismo tema exactamente. En una de ellas está un ponente formalmente impecable, con un léxico rico, domina el tema sobre el papel de manera exhaustiva y nos lo cuenta todo (lo que nos interesa y más cosas). En la otra tenemos una persona que sabe del tema, que no es excesivamente culto, pero que nos explica exactamente lo que necesitamos, y además es entretenido y un gran orador.
¿Qué elegimos?
En el tema de los contenidos sucede lo mismo: ¿elegimos la página perfecta desde el punto de vista SEO? ¿Elegimos siempre la primera opción que nos da Google con independencia de las demás opciones? La respuesta es que no, y de hecho si se observa una mayor tasa de clics en la tercera opción, esta subirá una posición independientemente de lo que haga su propietario.
El objetivo de Google es dar el mejor servicio al usuario, y se puede decir que sus desarrollos están pensados para satisfacer lo que el usuario está demandando. Saber cómo busca tu cliente es fundamental. Además, generar contenidos de calidad que de verdad sirvan para tus clientes, es el camino para conseguir ese tráfico que va a mejorar la opinión que Google tiene de tu sitio web y por tanto va a ser más relevante.
Una página web no es relevante por su perfección formal, sino porque resulta de utilidad para quien la visita.
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