Que la transformación digital es una obligación, no una opción, es uno de los mantras más repetidos en la actualidad, pero no por ello menos verdadero. Vemos cómo las nuevas tecnologías han ido calando en sectores que parecían ajenos a cualquier revolución digital, desde el campo hasta el deporte, y el sector logístico no es una excepción a la norma.

La parte visible de ese proceso, la que afecta a la experiencia del usuario al enviar o recibir un paquete, es más que obvia: contamos con plataformas online con las que seguir los envíos, podemos contratar un determinado envío a través de Internet y realizar un sinfín de gestiones relacionadas con cualquier proceso directamente desde nuestro ordenador, sin salir de casa o de la oficina.

Lo que quizás no sea tan visible es todo el proceso de digitalización que hay detrás para permitir esa experiencia final. O, dicho de otro modo, el ‘backoffice’ que, aun siendo menos lujoso, es esencial en estas lides porque constituye la estructura de la cadena de valor logística.

El viaje comienza con el propio emisor del paquete. Cada vez más mayoristas y empresas que envían gran cantidad de paquetes -especialmente tiendas online, como Amazon o Alibaba-, integran tecnologías digitales para la gestión de sus propios almacenes y cada producto que comercializan. Ya sea mediante sensores instalados en sus localizaciones (Internet de las Cosas) o mediante un sistema de seguimiento por códigos QR, estas compañías saben en todo momento qué paquetes tienen en su stock, a qué lotes corresponden o cuánto espacio libre queda en sus instalaciones, entre otras cuestiones.

Este emisor consolida toda esa información en herramientas de software de gestión logística y del stock o, en casos más ambiciosos y con un despliegue TIC mayor, directamente incorpora los datos a su ERP (Enterprise Resource Planning). De esta forma, desde los comerciales hasta el operario de almacén, pasando por el personal de atención al cliente, tienen acceso a la información actualizada del estado de cada pedido. Visibilidad completa dentro de la empresa… pero también hacia fuera.

Y es que, en un segundo paso de la cadena de valor logística, esos sistemas internos se conectarían con los del distribuidor propiamente dicho, automatizando así la contratación y gestión de la recogida y entrega de los productos. Además, al estar todo informatizado, se evitan los errores humanos y cualquier tipo de incidencia relacionada con una mala recopilación de las instrucciones del envío.

La digitalización en este punto del proceso no se limita a las gestiones administrativas, sino que cala en los niveles más elementales de la logística: los camiones y operarios que transportan los pedidos. Existen en el mercado varios proveedores dedicados en exclusiva a dotar de conectividad a camiones de reparto, de modo que puedan no solo ser localizados en tiempo real, sino que se puedan controlar las condiciones de conservación (por ejemplo, la temperatura en caso de productos que deben estar sujetos a una cadena de frío estricta) y optimizar las rutas en base a un análisis inteligente de las rutas habituales y las potenciales incidencias encontradas.

Igualmente, los operarios también están siendo dotados en muchos casos de dispositivos conectados (tablets o smartphones con apps específicas) para que puedan acceder a información avanzada de los repartos, recibir notificaciones con cambios de última hora o comunicarse con el cliente final, el emisor o la central en caso de que se produzca cualquier problema. También estos terminales son fundamentales para otro aspecto que parece baladí, pero que en absoluto lo es: la recogida de la firma en la entrega. El modelo tradicional basado en papel supone no solo un alto coste económico y medioambiental, sino que está sujeto a numerosos problemas de ‘compliance’ (pérdidas, destrucción accidental, caída de líquidos, etc.) que se pueden evitar con sistemas de firma electrónica, instantáneamente salvaguardada en un sistema cloud.

Y se cierra, así, una cadena de valor logística donde los procesos y tecnologías digitales conforman el corazón absoluto del camino. Ya solo queda dar el visto bueno en el panel de control a todo el proceso, si así corresponde, y que todos los implicados reciban la comprobación por email o notificación ‘push’ de que el pedido ha sido recogido, procesado y entregado a tiempo.


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