De momento no son tan populares como otro tipo de dispositivos de nuestros vehículos, pero pronto las cajas negras serán obligatorias en los coches, tanto como hoy en día lo son en los aviones. El objetivo: analizar a posteriori lo que sucedió realmente en un accidente y poder mejorar de este modo tanto los vehículos como las carreteras.
Estos dispositivos se llaman EDR (Event Data Recorder, «Grabador de Datos de Eventos») y son más parecidos a las cajas negras de los aviones que a los tacógrafos de los camiones y autobuses – una versión digamos que se ha quedado como algo más mecánico y primitivo. Los EDR modernos guardan digitalmente los datos de un accidente tras activarse por un volantazo o un cambio de velocidad brusco. El sistema es un estándar desde hace una década y se revisó en 2010 y también recientemente para modernizarlo.
Lo que las autoridades estadounidenses están planteando es hacer obligatorio el uso de los EDR en todos los coches a partir de mediados de 2014 – algo que llevan tiempo simplemente «recomendando». La documentación que se ha conocido al respecto incluye el tipo de datos que los coches deben guardar y otros detalles.
La información que el EDR y el ordenador de abordo registran es muy valiosa. Entre ella están la velocidad en los momentos previos al accidente, las fuerzas de desplazamiento y la aceleración del motor. También se miden parámetros de seguridad: un indicador de si el cinturón de seguridad estaba abrochado o no, si el airbag estaba por alguna razón desconectado (y con la luz de aviso encendida) o el tiempo que tardó en inflarse – información vital para conocer su funcionamiento y mejorar esta tecnología en futuros modelos.
En total será obligatorio guardar unos 15 tipos de datos –por ejemplo, el momento exacto de la frenada– aunque hay aparatos y coches que actualmente ya guardan más de 30 datos distintos, como las revoluciones del motor, posición del volante, presión del aceite, etcétera. Estos sistemas suelen registrar los 20 segundos previos a un evento inesperado.
Naturalmente en caso de accidente la propia caja negra podría quedar destruida. La normativa exige que «sobrevivan» a choques de menos de unos 50 kilómetros por hora –en nuestro país eso incluiría teóricamente todos los trayectos urbanos– aunque también hay soluciones alternativas: los datos pueden transmitirse al instante de forma inalámbrica fuera del coche, o grabarse en memorias especiales de alta resistencia situadas en el interior de las alfombrillas o replicadas en otros sitios del coche, por ejemplo.
Respecto a la siempre delicada cuestión de la privacidad –y dado que algunos EDR graban datos de forma continua– lo que está previsto es que las cajas negras de los coches se consideren propiedad del dueño del coche y que sólo se pueda acceder a ellas con su consentimiento. Digamos que algo así como que nadie puede llevarse tu pedal del freno para examinarlo si tú no quieres: el EDR sería a los efectos como una pieza más del coche.
Esta nueva idea de aprovechar la tecnología moderna en los vehículos tiene muchos otros frentes y derivadas que analizar: por un lado podría beneficiar a las compañías de seguros, si les sirve para demostrar el mal comportamiento de un conductor al volante, pero por otro lado también premiaría a los buenos conductores. En cualquier caso, al menos los datos guardados de los accidentes en sí parece que servirán para mejorar la seguridad tanto de los vehículos como de las calles y carreteras por las que circulan.
{Foto: Astoria (CC) Jon Feinstein @ Flickr}
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