A nadie le gusta tener errores o fallos en su negocio. Los problemas de este tipo significan perder dinero, perder una oportunidad o algún tipo de contratiempo. Sin embargo, los errores y fracasos tienen un valor oculto excepcional: nos permiten aprender de ellos y mejorar, de manera que nunca más volvamos a caer en el mismo error. ¿Cómo y qué podemos aprender de nuestros errores y fracasos?

Por muy buenos que seamos en nuestro nicho particular, por muy buena web o eCommerce que hayamos diseñado y puesto en marcha, es necesario tener errores. Lo es porque con ellos nos damos cuenta de que nuestro negocio está inmerso en algo que cambia con frecuencia y a lo que nos debemos adaptar. Es imposible planificar, diseñar y crear un negocio que vaya a funcionar exactamente igual dentro de 10 años, de 5, o simplemente de un año.

¿Qué cosas podrían cambiar para que tengamos que adaptarnos siempre?

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Prácticamente puede cambiar todo alrededor del eCommerce, pero se puede resumir en dos partes fundamentales: la tecnología, y las personas. Pueden cambiar los hábitos de compra de las personas, y eso nos debe hacer reaccionar y cambiar ya que, de lo contrario, perderemos ventas progresivamente; puede que cambien las preferencias de envío o el lugar de recogida, o que se extingan algunos métodos de pago por falta de uso (y no porque estén tecnológicamente obsoletos).

Del lado de la tecnología tenemos muchos factores que están en constante evolución. Por ejemplo, el dispositivo desde el que se compra. Pasamos del PC al portátil, al smartphone, a la tablet… pronto llegaremos a comprar desde el smartwatch o con métodos que ni siquiera se han inventado.

Existen nuevas formas de vender, como los marketplaces, los eCommerce que se basan en redes sociales como, por ejemplo, Facebook. Existen cambios en los algoritmos de Google que hacen obsoletas algunas técnicas de SEO, o simplemente, el aumento del ancho de banda disponible en los hogares vuelve nuestra página web obsoleta, «del pasado».

Esto, aparte de curioso, es importante: hace 10 años el ancho de banda disponible en las casas era mayoritariamente el del ADSL, con suerte unos 10 Mbps, generalmente 6 o menos. Por ello, las guías de estilo de diseño web exigían el uso de imágenes pequeñas que ocupasen poco espacio en memoria para conseguir páginas de descarga rápida y ágil. Hoy, ese panorama es otro, y las webs con imágenes pequeñas (sobre todo si con eCommerce) fracasan frente a las que se han adaptado.

Por todos estos motivos y muchos más es necesario aceptar el error, el fracaso, el fallo, y aprender de ello. Eso nos hará estar más alertas a los cambios que se avecinan, a las tendencias, a las nuevas tecnologías, y adoptarlas. Eso sí, debemos tener presente que cualquier cambio que hagamos para adaptarnos conlleva el riesgo de cometer un nuevo error. Que nada nos pare, solo hemos de tener la precaución de intentar cosas que impliquen errores «de bajo coste» para nuestro negocio.

Vía | The Balance


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