No es ningún descubrimiento decir que nuestro cerebro es más receptivo a las imágenes que a cualquier otra forma de comunicación. La televisión y el cine han sido la mejor prueba de ello. Hoy, lo es la utilización de los vídeos en las redes sociales y el e-commerce. Según un estudio realizado por comScore, empresa de análisis de mercados, realizado en Estados Unidos sobre 2011, más de cien millones de norteamericanos ven al menos un vídeo online al día, un 43% más que en el año anterior.

Los expertos en marketing no son ajenos a este imperio del producto multimedia en Internet. Sus efectos sobre el comercio electrónico están demostrados:

  • En comparación con las fotos y contenidos de texto, los vídeos logran una mayor captación y fidelización de clientes.
  • Mejoran el posicionamiento en buscadores, es decir, hace que tu negocio sea más visible en Google y, por lo tanto, obtiene más tráfico.
  • Generan una mayor satisfacción y credibilidad en el usuario, lo que se convierte en más ventas. eParty Unlimited, una conocida tienda online en EE.UU., ha calculado que el 8,3% de los clientes que ven un vídeo en su web terminan comprando. Para el resto de usuarios, la tasa de conversión es del 5,8%.
  • Provocan viralidad al ser compartido con facilidad en las redes –incluidos dispositivos móviles–, aumentando su audiencia.

Parece por tanto lógico que se busquen nuevas fórmulas para explotar al máximo la fuerza comercial de los contenidos audiovisuales. Una de ellas, de las más ingeniosas, ha sido convertir los vídeos en plataformas interactivas para pedir información sobre productos o servicios e, incluso, realizar directamente la compra. Dicho de otra forma, integrar en ellos la tienda online. Es la fórmula de éxito que ha desarrollado la compañía Cinsay. La herramienta es simple: mientras visualizas la pieza, aparece un menú desde el que se accede a otras páginas donde completar el contenido o efectuar la transacción.

Imagina que estás viendo un vídeo musical o el tráiler de una película. Te gusta tanto que, antes de que concluya, decides pulsar el botón ‘Buy Now’ y adquirir el producto. De la misma manera, un vídeo solidario puede conmoverte hasta el punto de decidir hacer una donación en ese instante. Por supuesto, resulta muy cómodo para el usuario, pero sobre todo es rentable para el e-commerce ya que aprovecha las emociones que genera la visualización (impulso de compra) del contenido para que la captación se transforme de inmediato en venta.


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