La cadena de pizzerías Domino’s ha comenzado a colaborar con Ford para ofrecer a sus clientes «pizzas que se entregan a sí mismas». Esto que tan futurista suena se lleva a cabo mediante coches autónomos. Domino’s ya se había anotado un tanto hace algunos años enviando la primera pizza a través de un dron, al que llamaron cariñosamente el DomiCopter. Eso sí: aquello no resultó ser más que una llamativa campaña publicitaria para llamar la atención, pero lo de Ford es algo más serio.

La experiencia está de momento en su fase piloto. Pueden probarla los residentes del condado de Ann Arbor en Michigan, donde está aprobada la circulación del coche de Ford. El vehículo va equipado con un compartimento especial llamado HeatWave que mantiene las pizzas calientes y al que se puede acceder desde el exterior del coche tras marcar un código de cuatro dígitos. Este código se envía a los clientes a través de la app especial con la que se realizan los pedidos, algo parecido a los servicios de seguimiento de pedidos online de las empresas de transporte.

Los coches son autónomos y pueden «viajar solos» desde el aparcamiento de la pizzería hasta el hogar del cliente; al llegar envían el mensaje de que «su pedido está listo y puede recogerlo en la puerta». En caso de problemas al recibir las pizzas, se puede hablar directamente con el punto de venta a través de un altavoz y una pantalla que hay en el vehículo.

Eso sí: estos coches todavía no circulan completamente solos. La normativa de Illinois obliga a que haya una persona capaz de tomar el control del vehículo en cualquier momento, de modo que Ford ha dispuesto que durante las pruebas un ingeniero viaje junto con las pizzas, tomando notas y asistiendo al vehículo si fuera necesario.

Lo que interesa tanto a la cadena de pizzas como a Ford es comprobar cómo la gente interactúa con el vehículo. Este es un aspecto «no técnico» que pocas veces se tiene en cuenta cuando se automatizan ciertos procesos. Quienes más saben al respecto son creadores de robots que interactúan con humanos, que ya han detectado que hay muchas cosas que damos por supuesto que no funcionan cuando la gente interactúa con robots y que hay formas sencillas de mejorar esa comunicación y experiencia –por ejemplo hacerlos parpadear, asentir o decir hmmm… hmmm… mientras escuchan.

La idea de Domino’s es estudiar sobre todo los últimos diez o quince metros del reparto, una especie de versión extrema de la famosa «última milla». ¿Qué sucede cuando la gente tiene que salir al exterior a recoger el pedido? ¿Aceptarán hacerlo gratamente? ¿Qué sucederá si llueve, está oscuro o el coche no está tan cerca como sería deseable?

No todo esto se puede prever, de modo que la mejor forma aprender es haciéndolo. Así podrán comprobar sobre el terreno cómo se aproxima la gente al vehículo, cómo lo identifican, qué es lo primero que hacen al llegar a él, si les resulta fácil abrir el compartimento de la comida, qué hacen si hay problemas… Cuestiones muy mundanas pero tan importantes como las de más alta tecnología.


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