UX / Foto (CC) Firmbee / Pixabay

La creación de una tienda de comercio electrónico no es tarea fácil y aunque por lo general las soluciones «prediseñadas» cuentan con una cuidada preparación y colocación de todos los elementos, cuando se van personalizando pueden perder sus mejores características. Por otra parte, crear una tienda totalmente a gusto de los vendedores o responsables de márketing puede resultar en una web en la que la experiencia del usuario no sea todo lo satisfactoria que debería – el famoso diseño por comité. Es en ese crítico equilibrio entre lo que la gente quiere y lo que los vendedores desean es donde está el secreto de muchas tiendas exitosas.

Amber Liegh Turner preparó para The Next Web un artículo titulado 10 cosas que hacer y que no hacer en las interfaces de usuario y está lleno de sabios consejos. Si revisamos algunos de ellos y nos quedamos con los más importantes y comunes, podríamos obtener esta otra lista de recomendaciones:

• Proporcionar una misma experiencia en todos los dispositivos. Antes el e-commerce era cuestión de «la web de la tienda». Pero desde hace tiempo cada vez hay más gente comprando a través de sus tabletas y móviles inteligentes. Aunque «resulte difícil adaptar una web tan complicada» no hacerlo puede suponer perder el 20, 30 o 50 por ciento de los visitantes. Y más en el futuro. Así que más vale ponerse las pilas y hacer que la tienda funcione más o menos igual desde cualquier dispositivo.

• Que lo más importante sea lo que más se vea. Si estamos en una tienda de electrónica, lo más importante es que se vean los productos – no un banner que anuncia unas vacaciones en el caribe como regalo-sorteo entre los compradores. Y si vendemos jamones… ¿por qué se ven más las ofertas de packs con queso o foie que los propios jamones? Hay que enfocarse en el producto como elemento principal. Y a partir de ahí la navegación ha de ser clara para que la gente pueda llegar a todas partes adecuadamente – incluyendo a esas atractivas ofertas.

• Que todos los botones funcionen. Los botones deben ser los justos, ni más ni menos. Y si en un sitio aparece una cesta/carrito, un signo «+» para añadir a esa cesta o un selector de tallas M, X o XL deben funcionar haciendo lo que indican. Si en ese contexto no tienen uso es mejor que no aparezcan. La excusa para dejarlos «en gris desactivado» porque «es muy difícil eliminar esos casos especiales» es muy pobre y el resultado es que el comprador «paga el pato» con una interfaz confusa en la que se pierde.

• Que el diseño no estropee la legibilidad. La web no es una máquina de escribir, ni un folleto de ventas. Los textos que acompañan a los productos deben poder leerse bien y en cualquier caso estar diseñados y adaptados al medio: tipo de letra legible, sin «justificar» (aunque en los folletos se haga así), tablas de especificaciones bien diseñadas cuando son necesarias, etcétera. No hay que intentar imitar tipografías de revista ni detalles impropios (ej: llenarlo todo de cursivas, negritas o usar varios tipos de letra). Y hay que asegurarse que esto funciona bien en todos los dispositivos, de la web al móvil.

• La experiencia debe ser rápida. De nada vale tener una página llena de bonitas fotos, textos o incluso vídeos si el usuario simplemente se va a otra parte porque la tienda tarda demasiado en cargar. En este aspecto el 90% del problema suele estar en el diseño y concepción de la página (exceso de scripts externos «sociales», fotografías de tamaño gigante, etc.) y el 10% de detalles técnicos (ej. velocidad del servidor, base de datos, no usar una CDN). Cualquier página debería poder cargar en menos de tres segundos, idealmente en menos de uno.

{Foto: UX (CC) Firmbee / Pixabay>


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