Las autopistas y autovías suelen ser una bendición para los conductores: amplios espacios, múltiples carriles, libertad de movimientos, una conducción más rápida… Pero las que están cerca de la ciudad no siempre son así de idílicas: el exceso de incorporaciones y salidas puede hacer que se conviertan en una trampa para quienes circulan por ellas.

Pero existe una alternativa en muchas partes del mundo que es bastante interesante de conocer: los llamados «sistemas de control de accesos a vías de alta capacidad» (en inglés: ramp metering). Este vídeo de VicRoads muestra cómo es el funcionamiento de uno de esos sistemas, con infografías 3D que reproducen algunos de los efectos y situaciones más comunes.

Estos sistemas de control de acceso se componen de señales verticales, sensores y paneles. Las señales suelen ser semáforos en los carriles de incorporación. Los sensores se instalan tanto en los carriles de incorporación como en los de circulación, integrados dentro del asfalto (o a veces mediante cámaras). Y los paneles suelen estar encima de los carriles de la autopista, de modo que se pueda enviar una orden específica a cada uno de los carriles.

Tal y como se sabe gracias a la ciencia de los atascos, el problema de los embotellamientos suele ser debido a la falta de coordinación entre los conductores. Cuando los vehículos se incorporan a una velocidad más lenta a los carriles de la autopista hacen frenar a los que circulan por ella, produciendo un «efecto acordeón» que se transmite como una onda hacia atrás. A veces esto es producto de la conducción, pero otras –las más– se debe a la excesiva densidad en el flujo de vehículos. Si todos los que quieren incorporarse lo hacen a la vez, es inevitable que alguien tenga que frenar un poco para hacer hueco o evitar un choque.

Los sistemas de control de acceso miden primero la densidad del tráfico que se incorpora. Si detectan que pasan más de cierto número de vehículos por minuto, pueden activar los semáforos para reducir el flujo a un valor más razonable. De este modo, el atasco se formará solo en la incorporación y no en la vía principal y es que abriendo el semáforo para dejar pasar cierto número de coches durante unos segundos se garantiza que el resultado sea óptimo. Además, sabiendo esto, se pueden usar los paneles de la autopista para anticipar la situación a los conductores, pidiéndoles que cambien de carril o reduzcan un poco su velocidad para optimizar el fluir del tráfico.

Las incorporaciones inteligentes de este tipo pueden incluso coordinarse entre sí a lo largo de varios kilómetros para «trabajar en equipo»: permitiendo el paso de vehículos de forma escalonada se distribuye mejor el tráfico. Teniendo en cuenta que lo mejor es distribuir uniformemente el total de vehículos en el espacio disponible esta es una gran técnica.

Estos sistemas de control de acceso también pueden utilizarse para situaciones de emergencia. Los sensores que hay sobre la autopista principal, integrados en cada carril del asfalto cada pocos metros son autónomos y se comunican por radiofrecuencia con estaciones instaladas cada 500 metros. Si el tráfico se ralentiza o detiene rápidamente sabrán que algo ha sucedido y enviarán una señal. Las estaciones de información son auténticos ordenadores a modo de servidores conectados con el centro de control, desde donde se puede tomar una decisión respecto a qué hacer.

Si por ejemplo hay un accidente o aparece un obstáculo en un carril, lo más urgente es mostrar el aspa roja de «carril cortado» en las pantallas de señales para anticipar la situación a los conductores. Cada pocos kilómetros puede haber también paneles de texto que indiquen «Manténgase a la derecha», «Atasco en 5 km» o lo que corresponda.

Esta misma idea se utiliza cuando es necesario despejar uno o varios carriles para los servicios de emergencia. Si aparece un obstáculo, por ejemplo, es importante que los servicios de mantenimiento puedan acudir rápido. Una forma rápida de despejarles un carril –igual que cuando han de llegar bomberos, ambulancias o policía– es desviar el tráfico a los carriles adyacentes, bloquear las incorporaciones o incluso cortar todos los carriles para indicar «Autopista cerrada». Una vez resuelto el problema, basta devolver las pantallas a su estado original para que la circulación continúe como si tal cosa.

En el centro de control los operadores disponen no solo de toda la información de los sensores sino también de las grabaciones de las cámaras, con las que examinar los diversos incidentes para entender qué está sucediendo. Aunque algunas tareas se pueden realizar de forma automática, la intervención humana todavía es necesaria.


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